Creatividad
Servicio voluntario
Sentado en un cine veía por enésima vez la película de guerra que más impacto le había causado. Gracias a una remasterización se podía apreciar en una mejor resolución a la de su estreno original, allá por los años noventa. Recordaba que aquella primera vez, tenía poco más de trece años, la fue a ver porque el cartel con la que se anunciaba era llamativo.
Hacía ya varios lustros desde aquella vez, cuando descubrió el cine bélico, ese género que romantizaba los conflictos armados y mostraba el lado humano de los soldados. No obstante, al asistir, en esta nueva oportunidad, notó particularidades que se le escaparon en aquel primer instante.
Mientras estaba en su asiento pensaba en como de niño esta realización lo llenó de un patriotismo único que lo llevó a empaparse de temas que, de otro modo, no hubieran llegado a él.
Al salir de la función volvió a sentirse como en aquella oportunidad y tras leer los titulares de los periódicos, al pasar por un quiosco, meditó que pronto podría demostrar aquellos valores que le inculcaron desde pequeño, pero sería precipitado entusiasmarse, por lo pronto solo era la comidilla de diarios sensacionalistas.
Cuando estuvo en edad de enrolarse en las fuerzas armadas el servicio dejó de ser obligatorio, en tal tesitura, al ser voluntario, decidió dedicarse a otras actividades, una de ellas fue la lectura, en la que encontró referentes que escribieron grandes novelas, le gustaba el estilo que aplicaban en el que detallaban hechos obviados por las crónicas oficiales, convenientemente olvidados en aras de dar una imagen equivocada de la historia a los ciudadanos de a pie.
Asimismo, casi todas las calles por las que transitaba tenían nombres de personajes que murieron en distintas guerras luchando por defender sus ideales, por eso, sin llegar a hacer el servicio, se decantó por engrosar las filas de los reservistas voluntarios. En este contexto, si, en algún momento, se producía una guerra, podía ejercer su derecho constitucional a defender a su patria.
Estaba claro que la situación actual del mundo era peliaguda. Los enemigos de la sociedad (de nuestro estilo de vida) querían hacerla volar por los aires y, en el proceso, apropiarse de los recursos de los que carecían, por eso mismo, según los titulares, los distintos responsables indicaban que lo más atinado era armarse y destinar cientos de miles sino millones de euros para ese fin, lo esencial era que el conflicto nos pillara preparados. Querían evitar, por todos los medios, que se repitiera lo que sucedió en La Gran Guerra, en la que se obtuvo una victoria pírrica.
En tal tesitura se inscribió en un programa de formación militar para civiles, durante la capacitación le enseñarían el manejo de armas, así como las nociones básicas de la vida castrense.
Estaba entusiasmado, podría vivir la experiencia de las experiencias.
Comenzó a planificar lo que haría durante los primeros días, intentaría conocer a todos sus compañeros, sería amable y empático, hablaría poco, escucharía más.
No dejaba de pensar en sus lecturas y en toda la parafernalia cinematográfica, podría vivir por sí mismo todo ello y, quien sabe, más adelante contar su experiencia en distintos soportes, con detalles únicos, plasmados personalmente por aquel que vivió en sus carnes un hecho así.
Los cursillos fueron de acuerdo con lo que pensaba, les recalcaron que todo era para estar preparados, no obstante, también les indicaron los peligros que existían en las prácticas, ya que, al ser con armamento real, los participantes no estaban exentos de sufrir una desgracia, en tal sentido, había diferentes dispositivos de seguridad enfocados en salvaguardar la integridad de los voluntarios. Asimismo, les dieron diferentes directrices para tener en cuenta una vez que fueran divididos en batallones, también apelaron al espíritu guerrero de todos los que estaban ahí.
Todo lo que dijeron le encantó y tras hablar con diferentes compañeros sintió que ese era su lugar, todos compartían sus mismos ideales, sus pares eran gente de bien.
Con la emoción del momento olvidó que en la ficción todo salía perfecto, el héroe siempre ganaba, sin embargo, esto no era una ficción, ni tampoco él era un héroe, era un simple figurante, alguien prescindible.