Creatividad

Reunión urgente

Mientras aún se velaban los restos del padre, muerto hacía un día, los hijos comenzaron a ponerse de acuerdo, ninguno quería parecer avaricioso, si era en partes iguales mejor, en tanto todos quedaran satisfechos.
No bien llegaron decidieron comenzar la reunión.
Todavía no se sabía si el difunto había dejado testamento, no obstante, padre siempre fue receloso en ese aspecto, se lo ocultó a todos hasta el final. Esa incertidumbre los preocupaba, pero no tanto como para ir a consultárselo al abogado de la familia.
Así por encima comenzaron a hacer un inventario de todo lo que pertenecía a sus padres, las propiedades no eran muchas, pero las pocas que tenían se encontraban en zonas que con el tiempo incrementaron su precio gracias a la oferta y demanda.
Uno de los hermanos comentó que podría encontrar un comprador para el piso que tenían en el centro, sería cuestión de apalabrar la venta, podría contactar con su gestor inmobiliario y conseguiría una buena tasación, el precio acordado sería justo. Como nadie dijo nada, se sobreentendió que dejarían todo en manos de la inmobiliaria.
Después de ese tema hablaron sobre el futuro del bar ubicado en el casco antiguo de la ciudad.
Los lugares centenarios ya no funcionan —se dijeron—. En su momento ese negocio era el sitio de encuentro de la bohemia local, a él asistieron intelectuales y políticos que marcaron una época. Si bien era atractivo para el turista por su historia, eso no se veía reflejado en el dinero que dejaba, uno de los hijos era amigo cercano de quien llevaba las cuentas del negocio y sabía de lo que hablaba, por eso sabía que lo mejor sería venderlo y así evitar que su inversión siguiera devaluándose o, por el contrario, enfocar el negocio en otro rubro, uno más moderno, quizás no vendría mal ofrecer los menús brunch, muy en boga últimamente, en lugar de dar el servicio de costumbre que solo dejaba pérdidas. Sin embargo, ese lavado de cara implicaría invertir en marketing, lo cual no auguraba que los beneficios fueran inmediatos. A esto tendrían que darle una vuelta, pero si la cosa se ponía peliaguda no tendrían problemas por traspasar el negocio, así se lo dejarían a alguien que tuviera paciencia con esas lides.
Así pues, tras hablar de lo importante, solo quedaba tratar el tema de lo que harían con la casa familiar, ninguno quería mudarse a vivir ahí, les traía malos recuerdos, el único camino factible sería venderla, al tenerlo claro, no le dedicaron mucho tiempo.
Todo lo de las propiedades estaba, más o menos, hablado, solo quedó pendiente el futuro de su madre, hubo varias propuestas, desde la que consistía en que viviera en la casa de cada uno cada cierto tiempo y, por otro lado, la de contratar a alguien que la cuidara, pero descartaron esta opción, ya que tendrían que hacerse cargo de los costes y no estaban dispuestos a hacer una inversión a perdida.
De este modo, como era lo mejor para todas las partes ahí presentes, decidieron que la madre sería ingresada en una residencia, así tendría los cuidados pertinentes que necesitaba una persona de su edad, ellos a causa de los distintos compromisos que tenían no podrían dedicarle el tiempo necesario, por eso mismo era mejor que estuviera con gente de su edad con los cuales pudiera crear lazos, con ello sería más llevadero el duelo.
Tras las conversaciones acordaron dejar todo firmado, aun siendo familia un papel con sus rúbricas les daría más confianza, no era por no fiarse, simplemente por darle un soporte legal para hacer los distintos trámites que les reconocieran sus derechos. La fecha acordada sería después del entierro. Con lo hablado quedaron tranquilos.
Antes de salir del salón principal, para presentarse en el velatorio, se dieron la mano, confiaban en que no surgiera ningún inconveniente y que se pudiera llevar a cabo, cuanto antes, el reparto conforme a ley.

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