Creatividad
CORREO CERTIFICADO
Al llegar a casa aquella tarde y revisar el buzón se encontró con una hoja en dónde le indicaban que debía acercarse a la oficina de correos más cercana a recoger un documento certificado, ya que al no encontrarse en casa cuando pasó el cartero no se lo pudieron entregar personalmente. El motivo le era desconocido, trataba de recordar a que se podía deber, según sus antecedentes era un ciudadano modelo.
A causa de sus dudas llamó a un conocido que se meneaba bien en esas lides y al preguntarle lo que debía hacer la respuesta fue directa: tienes dos opciones, no ir a por ella, nadie te puede obligar a que lo hagas y la otra, acercarte a la oficina de correos, con ello saldrías de toda duda, a esto añadió que, si era algo que puede traer cola, la dejaría ahí, ya te llegará otra notificación, afirmó. No obstante, el darle vueltas a una cosa puede traer agobio y dolores de cabeza innecesarios, ya sabes cómo somos los seres humanos, por el hecho de querer adelantarnos a los sucesos, nos ponemos en los peores escenarios y, en realidad, no se ajustan a la realidad.
Tú no te preocupes, si mal no recuerdo tienes siete días para recoger el documento, piensa qué puede ser y cuando lo tengas claro vas.
Al colgar sintió que su colega no le había aclarado nada, ya que a pesar de ser ignorante en esos temas tenía claro que podía ir o no, pero dio las gracias por el consejo, no exteriorizando lo que pensaba, a pesar de sus dudas se decantó por ir a recoger el documento.
De este modo se despreocupó hasta la víspera de cumplirse el plazo de recogida. Antes miró la dirección que indicaba en la hoja y buscó el modo más sencillo de llegar. Con todo claro planificó la hora en que iría, sería por la tarde, después de trabajar. Mientras se dirigía a hacer efectiva la recogida, volvieron las dudas del inicio, ¿sería algo importante?
Cuando ingresó en la oficina, notó que no esperaría mucho, había poca gente, al llegar su turno se acercó al mostrador, ya pueden ser buenas noticias le dijo en tono de broma al funcionario que le atendió, la respuesta fue una mirada fría que, entre líneas, le decía que aquel servidor público no estaba para chácharas, solo para hacer su trabajo, por este motivo no dijo nada más, sólo le alcanzó el papel que llevaba en las manos junto a su documento de identidad. Al hacerlo vio cómo se levantaba y se dirigía a una especie de almacén que tenía a sus espaldas y volvía con un sobre. Al recibirlo, firmó una hoja en la indicó que todo estaba conforme, a pesar de que era un objeto liviano, a él se le hizo pesado cuando lo sostuvo.
Al llegar a casa se apuró en tomar asiento, por fin sabría de qué se trataba todo. Con cuidado abrió el sobre, una vez que extrajo la hoja que contenía se dispuso a leerla.
El documento provenía de un juzgado que lo conminaba a presentarse, debido al impago de unas cuotas a una entidad financiera, asimismo indicaba la sala a la que debía ir y venía el número de proceso que debía proporcionar para que lo atendieran.
Esto sin duda aclaró todo y fue así como recordó que un tiempo atrás tuvo un percance con una de sus tarjetas de crédito, al notar que le estaban cobrando intereses excesivos en las cuotas decidió reclamar. Quería que le explicaran en cristiano a que se debían esos cobros inflados, sus esfuerzos fueron inútiles nadie le dio razones de peso para que entendiera lo que estaba sucediendo, más bien le dejaban claro que lo mejor era pagar primero y reclamar después, pero, de ningún modo estaba dispuesto a hacerlo. Con todo el cabreo que le dejó la experiencia decidió no pagar y para que no se hicieran efectivos llamó a su banco para devolver los recibos de esa entidad.
Cuando la empresa de la tarjeta se percató de no poder hacer efectivos los cobros, comenzaron a llegarle correos al mail, todos en la misma línea, tenía unas cuotas atrasadas, no hizo caso a ninguno, quizás se sobresaltó un poco cuando le dieron un ultimátum, pero al decirse que ellos habían ocasionado eso al no contestarle, decidió olvidar el tema.
Con esta información volvió a contactar con su colega, le explicó lo que sucedía y le dijo que en el papel ponía el nombre de una sala a la que debía acercarse. La solución no se hizo esperar.
Yo no iría al juzgado, aguardaría, en algún momento te llamarán a conciliar, una vez ahí, explicas el porqué de tu posición, en esa tesitura te plantearán unas opciones de pago, tú no firmes el primer trato que te pasen, suele ser un farol, firma el que consideres más acorde a lo que quieres, no te pueden obligar a hacerlo, ya que el hecho de asistir a esa reunión demostrará que estás en la disposición de arreglar, no es un proceso farragoso, es simple, ya verás. Si te surgen más interrogantes, no dudes en llamarme.
Tras la charla se quedó tranquilo y dio las gracias por la información.
Al conocer el motivo de aquella correspondencia y lo que podía suceder, cogió el documento, lo dobló y lo introdujo en el sobre, sin más miramientos lo tiró, tratando de que cayera en el cubo de la basura. Días después, lo descubriría su asistenta y lo guardaría pensando que era algo importante.