Opinión
Un rostro afable
Junto a una carretera abandonada se encuentra un motel administrado por un joven de aspecto tímido, retraído, huraño, atento a que aparezcan clientes, aunque no suelen ser demasiados, solo se detienen los coches que se han equivocado de dirección. En tal tesitura, una muchacha agobiada por distintas circunstancias cae por casualidad en aquel lugar, por no tener más opciones, debido al mal tiempo, solicita una habitación para descansar. Al inicio se sorprende por el aspecto del lugar, pero pronto deja de lado sus dudas, la falta de ganas de seguir conduciendo pueden más, quizás se dice: solo pasaré una noche, ni un día más.
En estas líneas se bosqueja la trama, grosso modo, de Psicosis, realización de 1960 dirigida por Alfred Hitchcock, obra fundamental para los amantes del cine de suspenso y terror.
La cinta tiene un inicio sosegado, lento, tranquilo y pausado, esta parte del metraje no sorprende por su propuesta, sin embargo, va ganando sustancia conforme se desarrolla, de tal modo que crea interés en el observador por saber en qué desembocará su narración. La puesta en escena, a pesar de ser simple, pues no deslumbra, nos adentra en la mente de los personajes, sugiriéndonos partes de metraje que no se contemplan, pero de los cuales tenemos indicios, ora en los claroscuros, ora en el decorado, cada cual más efectista y espeluznante mientras se van presentando.
El leitmotiv de la realización es lo que se oculta tras la máscara, personalidad, que utilizamos para desenvolvernos en nuestro entorno y lo que se encuentra tras la fachada de quienes aparentan ser ciudadanos modelo, indicándonos que probablemente estemos junto a un sociópata y no nos enteremos.
Se dice que cada persona es un mundo, un micro universo particular que encierra temores, dudas y caos que difícilmente se llegan a percibir en toda su extensión ya que solo conocemos lo que nos quiere mostrar el otro, teniendo un lado oculto al que pocos acceden, debido a que se sabe camuflar en el día a día, se sabe autocensurar y actuar de acuerdo con las normas. Mas en esta línea la pregunta fundamental es: ¿quiénes somos realmente?, ya que en los pequeños gestos involuntarios se encuentran las particularidades de nuestra verdadera naturaleza.
Cuando me senté a ver Psicosis, no esperaba encontrarme con un producto que jugara a un nivel tan sutil con la mente y las motivaciones del espectador. Apela a que, mediante elipsis, nosotros completemos lo que sucede en las distintas escenas, sus detalles son su mejor baza, asimismo, suceden cosas inesperadas. Yo siempre consideré que lo más memorable de su metraje era la escena del acuchillamiento en la bañera (escena que todos en algún momento hemos visto, en cortos, o de soslayo en algún documental de cine), a pesar de ello, en su interior contiene detalles que podrían destacar por si solos, tenues escenas que marcan a quien se pone delante de la pantalla, dejándole una sensación de intranquilidad, porque detrás de cada rostro agradable se puede esconder un Norman Bates.