Opinión
Hacia el cambio
¿Cómo se puede innovar en una actividad siendo tradicionalista?, esta interrogante nace a partir de ver la película La la land (Damien Chazelle, 2016). Dentro de su trama el personaje central, Sebastian, vive en un dilema, debido al poco aprecio que las nuevas generaciones tienen hacia lo antiguo. Se da por hecho que un tradicionalista quiere que todo se mantenga igual, la visión que tiene del mundo es estática, en el sentido peyorativo podría acercarse a la posición de un reaccionario.
Muchas veces hemos deseado que nuestro entorno se mantenga inalterable, queremos recorrer las calles de nuestra infancia y que se vean igual a las de nuestros recuerdos atesorados, la imagen instantánea que conservamos es nuestro referente en el momento de juzgar el ahora, por eso, muchas veces quedamos desencantados. La nostalgia de los tiempos pasados nos hace tomar como algo bueno que todo se mantenga igual, sin embargo, esa idea es utópica, lo fundamental dentro de un entorno, tomándolo como un ente vivo, es el cambio, solo así se puede conseguir que nuestro terruño adquiera savia nueva, únicamente las ruinas son las que se mantienen inalterables.
Esta premisa se la plantea el personaje interpretado por Ryan Gosling. Tiene la expectativa de abrir un negocio y mantener los ideales inauguradores del ritmo que le apasiona, se desentiende de las propuestas de su medio porque estas se apartan de la idea inicial y generan una mezcla que no se parece al elemento primigenio. Nuestro personaje espera dar con la tecla correcta, no apartarse de la senda instaurada por sus predecesores. Su quehacer se enfoca en este ideal, durante la sucesión de escenas nos hace participes de ese fingimiento, conduciéndonos por el camino del artista —lleno de trabas y sueños rotos— en busca de la oportunidad anhelada que eche a andar la maquinaria. Ese camino es similar para todos los que se embarcan en la aventura de crear, solamente es necesario llegar al destinatario correcto. Cualquier obra es como un mensaje soltado en el inmenso océano que es el mundo, esperando a ser entendido. El proceso de dar con las condiciones pertinentes requiere de sacrificios, por eso la trama nos da esa perspectiva, una pareja debe ser sacrificada en el altar del éxito para conseguirlo, Mia y Sebastián deben hacerlo, a pesar de jurarse amor eterno, más la música seguirá sonando. Cada uno toma su sendero y se embarca en su aventura personal. Su ruptura idealiza el momento, revestida por el baile y la melodía, las imágenes solo pasan en su cabeza, a pesar de que se nos muestre mediante un flashback como hubiera sido su vida juntos. En un recorrido imaginario se representa ese mundo posible, pero tomaron una decisión, la de seguir sus sueños, una empresa ardua.
Se pueden querer las tradiciones, impulsarlas y llevarlas a nuevos terrenos. Lo sustancial es la apertura hacía nuevas corrientes, sin deshacerse y/o apartarse de su esencia, a veces olvidamos que el legado de nuestros antepasados se fundamentó en la innovación, por lo tanto, su herencia es el fruto de distintos elementos. Ningún tipo de arte surge de la nada, su nacimiento se produce debido a la suma de varios factores, si la gente se hubiera obcecado en sus costumbres, posiblemente no hubieran creado nada de lo que recibimos, todo extremo es malo. Quizás su motivación se produjo gracias a sus ideales y la esperanza de trascender. Dejaron una obra abierta a nuevos enfoques, nuevos sentidos o tal vez: City of star… are you shinning just for me?
Mitchel Ríos