Opinión

Deseo ciego

Cuando se actúa por instinto nada bueno se puede conseguir, más aún cuando el que lo hace es quien, en teoría, debería tener el control de sí mismo (su formación así se lo exige), ya que sus votos se enfocan en convertirse en los ojos del rebaño al que deberá guiar en la senda del bien. Sin embargo, el deseo es parte de la naturaleza humana e ir en contra de ello es contranatural, vivir cohibido no llevará a nada bueno, solo a actuar de manera pueril y desacertada. Este es el claro mensaje de la película, Los girasoles ciegos, dirigida por José Luis Cuerda en el 2008.
Galicia años 40, tras la derrota de los republicanos se ha instaurado una dictadura, este régimen despliega dispositivos de control con el fin de acallar las voces de sus adversarios. En tal tesitura cientos de personas son víctimas de su política feroz. Estas medidas afectan directamente a una familia cuyo padre profesa una ideología contraría a la permitida, teniendo que estar recluido en un zulo acondicionado para tal circunstancia, oculto a los ojos de los curiosos. A pesar de este inconveniente el resto de los miembros intentarán vivir con normalidad, en calma. Hasta que aparece un diácono que comenzará a dar clases al hijo menor, lo cual les sumará más problemas.
Si bien, la realización se enmarca en la época tras la guerra civil española, aporta algo nuevo: la tensión sexual. Debido a la represión y el miedo que se vivía en aquellos años, el orden se ve alterado, así como la vida cotidiana de los habitantes, elementos que serán los causantes del desenlace que perjudicará a todos los implicados.
Por otro lado, esa perspectiva de la época, la de ver a la mujer como un objeto que debe ceñirse a la voluntad de quien le profesa interés, es chocante, pues pareciera que no podía decidir sobre su destino, si un hombre se fijaba en ella tenía que acatar su voluntad, dejar que se metiera en su vida sin más y recibir sus insinuaciones sin poder negarse, sencillamente porque las normas no escritas la dejaban a merced de este tipo de comportamientos.
De más está decir la forma en la que muestra a quienes deben dar el ejemplo, pues los deja como hipócritas (pregonan determinado dogma que no cumplen), debido a sus justificaciones: el diablo está en todas partes, por ende, la tentación los está poniendo a prueba constantemente. Para ellos está permitido cualquier alegato, no así para quienes conforman su feligresía, una vara distinta de medir, por las exigencias que plantean a quien quiere participar de su fe.
En resumen, la película es entretenida, no llega a ser una gran obra, pero es mesurada en su propuesta. Las buenas interpretaciones de los actores son los pilares fundamentales que sacan adelante la realización. Asimismo, es duro ver como se persiguió a intelectuales solo por pensar diferente, por tener ideas claras, que prefirieron ser girasoles ciegos que seguir al rebaño reaccionario y recalcitrante.

Lume

Agli