Opinión

Desde otro punto de vista

Hace algunos años vi una película que abordaba la experiencia de un equipo de Rugby uruguayo cuyo avión, de la fuerza aérea de su país, en el que viajaban hacia Chile, se estrelló en la cordillera de los Andes, sobreviviendo algunos de manera milagrosa. Su título era «Viven», dirigida por Frank Marshall, se estrenó en 1993. En sus escenas recreaba detalladamente lo que vivieron los jugadores de aquel equipo y como se mantuvo su voluntad por vivir, a pesar de que las autoridades dejaron de buscarlos, basados en las pocas probabilidades de que hubiera supervivientes.
Lo sorprendente fue la desgracia que sufrió el equipo uruguayo, el paisaje en el que se desarrollaba la realización y, asimismo, las inclemencias climáticas que padecieron.
A nadie le hubiera gustado estar en su lugar, pues los sobrevivientes convivieron durante varios días con los cadáveres de sus amigos y compañeros, además para subsistir tuvieron que ingerir carne humana, en tal situación no tenían más opciones posibles, a esto se añadía el hecho de sentirse vulnerables, el panorama, en tal circunstancia, era desolador y dantesco.
El estar en una situación a expensas de la naturaleza, en la que el hombre no tiene el control de esta, es sin duda el peor de los escenarios, debido a que puede surgir cualquier imprevisto que ponga de cabeza toda planificación que se realice.
Por otro lado, el año pasado se estrenó una producción que volvía a recoger el tema del equipo siniestrado en los Andes, pero con el nombre: «La sociedad de la nieve», estrenada en España en el mes de octubre y dirigida por Juan Antonio Bayona.
Es interesante que, cincuenta y un años después de ocurrido el accidente, retomaran el tema. Si bien, a estas alturas la historia es suficientemente conocida, por las novelas escritas y las cintas rodadas, poca novedad se puede aportar a lo que ocurrió en 1972, por lo menos en esta nueva revisión introduce un nuevo punto de vista, el de un personaje narrador, un ente que actúa como guía en varias partes de la trama. Este hace de voz en off y se encarga de acompañarnos durante toda la cinta, expresando su opinión sobre lo que está sucediendo en pantalla.
Asimismo, gracias a las nuevas tecnologías, la calidad de los efectos especiales en el filme es destacable, por consiguiente, el efecto que produce en el espectador se eleva considerablemente.
El detalle de las imágenes y su alta resolución dan realce al paisaje imponente de la Cordillera de los Andes, cubierto de un majestuoso manto blanco, agradable a la vista, pero todo lo contrario para quien se encuentra a la intemperie y padece su crudeza.
Tras verla, recordé lo que sentí cuando vi la película de 1993, sí como espectador me impactó lo que vi en pantalla, no quiero pensar en lo que sufrieron los que vivieron en sus carnes los hechos que se narran en la producción, a pesar de que lograron sobrevivir y demostraron que, aún en la peor adversidad, la vida se impone.

Lume

Agli