Opinión
Cosa de locos
A menudo, cuando veo series policiales en donde se dedican a descifrar crímenes y casos sin resolver, me pregunto si están basadas en fantasías del guionista o en hechos reales, ya que la crueldad de las imágenes de algunas producciones es descarnada, sangrienta, llegando al punto de hacer erizar la piel. Esto sucede porque no me cabe en la cabeza que exista gente capaz de realizar esos actos, tener un comportamiento frio y calculador, que ataque a otro ser humano, lo torture y deshumanice como si fuera un amasijo de carne e incluso le haga daño hasta ocasionarle la muerte.
No siempre he seguido estas transmisiones, pero últimamente estoy con una cadena en la que todo el día se dedican a pasar programas de esta temática, presentan los casos en los que, sus especialistas sostienen, se han inspirado diversas producciones.
Asimismo, me gusta por la manera en la que aborda los distintos casos, como los disecciona, además destaca por la forma en la que están realizados, no se deja nada en el tintero a la hora de describir a los distintos especímenes, lamentablemente humanos, capaces de cometer actos criminales, horrorosos.
Está claro que todas las cuestiones abordadas sorprenden, sin embargo, uno en especial me dejó helado, el caso de El caníbal de la ballesta (en Inglaterra), llamado así por la forma en la que cometía sus asesinatos. Según explicaba el especial, este tipo se empapó de lecturas sobre asesinos famosos, llevando a otro nivel la manera de asesinar, aunque solo cometió tres crímenes, sirvió para demostrar el ensañamiento con el que pueden actuar algunos seres, ya que fue despiadado en su modus operandi, mostrando desprecio por sus víctimas, a las qué mató con una ballesta, decapitó y descuartizó.
Fue capturado gracias a las grabaciones de las cámaras de seguridad de un hostal, el documento gráfico mostraba a un ser salvaje, que perseguía a una mujer por un pasillo y le daba caza con una flecha, ella moría en el acto, luego era arrastrada a una habitación en la que su cuerpo formaría parte de un rito truculento.
Lo peor fue el modo en el que actuó al ser puesto en custodia por la policía, reconoció ser el causante de la muerte de la mujer, así como el de otras dos más, los medios especializados comenzaron a llamarlo el asesino de la ballesta, pero él los corrigió, a ese apelativo, faltaba añadirle el epíteto caníbal, porque declaró que se había comido varias partes de sus víctimas, debido a ello jamás las encontrarían.
Esto hizo crecer el morbo en la prensa, fue portada durante varias semanas, consiguió lo que buscaba, tener la atención de los medios, tener su momento de gloria, de tal modo que, así como muchos otros asesinos, su nombre fuera citado en libros sobre esta temática.
El programa sobre este personaje se cerraba con una voz en off que formulaba la pregunta: Un asesino, ¿nace o se hace?, está interrogante me llevaba a comprender que la realidad suele superar a la ficción, los guionistas solo necesitan leer periódicos de casos escabrosos para tener material para sus libretos.