Opinión
Una visión sesgada
Durante el último trimestre del año pasado se anunció el estreno de la película «Napoleón», protagonizada por Joaquín Phoenix y dirigida por Ridley Scott. En un escueto video, de unos cuantos minutos, se mostraban escenas que daban a entender que todo aquel que fuera al cine estaría delante de una producción épica, ya que abordaba la figura del gran general francés de un modo pocas veces visto, con detalles técnicos vanguardistas que asombrarían por su minuciosidad. Más de uno pensó que sería el gran estreno del año.
Sin embargo, tras su estreno muchos espectadores salieron desencantados del cine. No se explicaban la razón de que una realización que prometía tanto, hubiera resultado ser un despropósito, en muchos momentos infumable, así como al modo en el que se obviaban hechos fundamentales de la vida del gran estratega militar.
Recalcaban que no se ceñía a los hechos históricos, darse cuenta era tan simple como abrir un libro sobre el tema. Sus quejas no quedaban ahí, también indicaban que denostaba la figura del francés para hacer una caricatura de lo que realmente representó.
Justo ayer pude ver esta película, suelo no dejarme llevar por los comentarios (buenos o malos), tenía la esperanza de que fuera una producción al nivel de la fama de su director, a esto se sumaba mi interés por la figura histórica que daba nombre a la cinta y al actor que lo encarnaba.
Las libertades que se tomaron los guionistas fueron en desmedro de la propuesta de Scott. Se tomaron licencias creativas en un ámbito que debe circunscribirse a ciertos parámetros.
Sus productores, por activa o por pasiva, se dedicaron a expresar que este filme sería el mejor acercamiento a la figura de Bonaparte que el séptimo arte habría tenido, pero no lograron ofrecer lo prometido.
Sé que esta obra no es un documental, para exigirle que se limite a los hechos históricos y evite una interpretación libre, pero tampoco se puede tomar tantas libertades, pues se enfoca en lo anecdótico y deja de lado hechos comprobados.
Si lo que pensaban realizar era una versión libre, hubiera sido mejor que la llamaran de otro modo y no colgarse de la fama del personaje del que cogían el nombre.
Por otro lado, si fuera una parodia, enfocada en la vida de un militar con suerte que llegó a ser emperador, podría haber funcionado. El hecho de mostrarlo como un hombre inmaduro, pusilánime, voluble, soberbio y manipulable deja flotando la premisa de sí realmente mereció ser considerado como una de las más grandes personalidades de nuestra historia.
Además, recalca en su metraje que su ambición desmedida, su arrogancia y rasgos sociópatas lo llevaron a cometer errores flagrantes en el campo de batalla, lo que a la postre causó su caída en desgracia, por este motivo sus rivales no lo tomaban en serio, lo consideraban un tipejo arribista con ínfulas de grandeza.
Desde el primer momento llaman la atención los saltos temporales, en determinados momentos no se entiende lo que se está viendo, resulta excesivamente larga y está mal narrada, carece de ritmo, en resumen, se perdió una buena oportunidad de encandilar a los espectadores, pues se prefirió ofrecer una visión sesgada que más bien busca desacreditar, quitar méritos, al estratega militar francés, en lugar de mostrar su figura con sus claroscuros.