Opinión
Tomadura de pelo
Sam Peckinpah dirigió en 1975 la película «Los aristócratas del crimen», su trama gira en torno a la relación de Mike (James Caan) y George (Robert Duvall), dos espías de élite que trabajan para COMTEG (agencia que se dedica a hacer trabajos sucios para la CIA). Sus carreras se separarán al interponerse la ambición entre ellos, pues uno velará por sus intereses olvidándose de la amistad que los une. Sin embargo, el azar hará que se vuelvan a encontrar, siendo contratados para efectuar una infiltración que los llevará a demostrar sus dotes de espías, pero en esta ocasión estarán en bandos diferentes, cada uno comandando su propio equipo.
Lo más destacable de la cinta es su inicio, por no decir sus primeros veinte minutos, en ellos nos introduce en la historia y nos muestra las motivaciones de los protagonistas, así como el espíritu de superación para salir adelante. Sin embargo, se va diluyendo, haciéndose confusa, no se tiene claro lo que estamos viendo, esta irregularidad hace decaer el ritmo y la vuelve pesada. Por este detalle consigue que se pierda el interés por ver su conclusión. Debido a lo poco cuidado de ciertas escenas parece una cinta hecha para la televisión y no para el cine.
No obstante, si tomamos esta obra como una parodia de las de artes marciales, muy de moda en los años setenta, podría funcionar, ya que resalta lo ridículas que se pueden ver ciertas peleas, asimismo es risible el desenvolvimiento de los espías y los diálogos que sueltan no son acertados. Quiero creer que este era el sentido de la puesta en escena, burlarse de la moda imperante en aquella época.
El montaje es otro elemento que se suma al despropósito. El corte de escenas es tosco, parece que hubiera sido hecho deprisa, sin pensar en la correcta ilación de lo que se ve en pantalla. Asimismo, el guion no sobresale por su brillantez, es una mala adaptación de la novela Monkey in the middle de Robert Syd Hopkins, se toma demasiadas licencias en aras de situar como sea la acción en los Estados Unidos, también cambian la procedencia de algunos personajes, añaden elementos que no funcionan en la narración y obvian otros que hubieran hecho de ella algo más interesante.
Cuando me acerqué a ver esta cinta pensé que estaría delante de una excelente realización, como las otras que he podido ver de Peckinpah, pero me decepcionó, no parecía una producción firmada por este director. A pesar de juntar a Caan y a Duvall, actores que por lo general no defraudan en sus interpretaciones, pero visto lo visto, poca cosa podían hacer para sacar adelante el proyecto. El mejor ejemplo, de este conjunto de sinsentidos, son sus minutos finales, no se entiende el poco cuidado a la hora de mostrarnos el cierre de esta realización, se suceden acciones inverosímiles, sé que es una ficción, pero esto nos aleja completamente de lo que nos está contando, comenzando a creer que estamos delante de una tomadura de pelo.