Opinión

Abuso de confianza

Las películas que se enfocan en mostrarnos el desarrollo de una investigación (proceso que va desde el descubrimiento de sucesos desconcertantes, la obtención de pruebas, la toma de consciencia, para concluir en una denuncia), suelen cautivarnos. Muchas están inspiradas en hechos reales, como se dice a menudo, la realidad supera a la ficción, no es un secreto, si algo caracteriza a este tipo de relatos son los vasos comunicantes con el entorno de los que beben y dan realce a lo que nos muestran en la pantalla.
Spootlight (2015, Thomas McCarthy), es una de esas producciones. En ella se muestra el despliegue logístico que realiza un grupo de periodistas para denunciar los distintos casos de abusos sexuales llevados a cabo en una institución religiosa. Durante las indagaciones descubren que la normalidad se ha instaurado alrededor de estos. Lo que más les llama la atención es la similitud entre los distintos incidentes, los abusadores ostentan cargos con cierto poder, consiguen atraer a sus víctimas con diversas tretas, siempre escudados en Dios. Los superiores de estos religiosos en lugar de tomar cartas en el asunto, y ejercer las acciones necesarias para evitar esos excesos, se decantaron por evitar que toda esa información saliera a la luz, por eso se preocuparon en convencer a la comunidad, en general, que todo era parte de una infamia para socavar la fe.
El diario que se encargó de publicar esos reportajes fue «The Boston Globe», un diario de EEUU. En los artículos sacaron a la luz una serie de casos de pederastia dentro del seno de la iglesia católica, llevados a cabo por los que debían encargarse de velar por el bien de sus feligreses. Durante la recopilación de pruebas, se toparon con varias trabas, debido al poder de esa congregación en varios estamentos de esa sociedad. Esta denuncia se difundió en 2002 y consiguió remecer las bases de esa institución, mostrando una realidad que se llevaba ocultando durante años. A partir de esta denuncia, salieron a la luz más casos alrededor del mundo.
La película se enfoca en el aspecto periodístico, nos demuestra que un grupo de personas comprometidas con su labor pueden conseguir grandes logros, en aras de hacer el bien y velar por la tranquilidad de su comunidad, sin embargo, algo que se denota dentro de la trama es esa complicidad que existe entre los miembros importantes de esa colectividad. The Globe tuvo la oportunidad de sacar a la luz el asunto mucho antes. La verdad se estuvo paseando todo el tiempo delante de sus ojos, pero decidieron bajar la mirada y enfocarse en otros asuntos menos peliagudos, tal vez, por las consecuencias que podría provocar el informar sobre un tema de ese calibre. En ese contexto, resolvieron hacer pasar desapercibida la noticia, publicaron pequeños artículos, no abordaron el tema con la seriedad del caso, más bien ocultaron pruebas. No obstante, llegaron a un punto en el que era insostenible la situación, por eso decidieron poner a su mejor equipo para sacar la verdad a flote, en eso se centra el filme, en mostrarnos la labor que se produce en el interior de un periódico y los problemas que pueden surgir en el mismo, porque cuando se aborda un tema de este tipo, siempre se toca hueso.
Los casos de abusos dentro de instituciones religiosas son asuntos delicados, la confianza que se deposita en los que cometen esos delitos es tal, que muchas veces cuesta creer que alguien con esas dotes humanas, el de entregar su vida al servicio de Dios, pueda cometer actos tan aborrecibles. Sus superiores, en lugar de castigar a los acusados, se decantaron por salvaguardar a sus miembros y se inclinaron por desacreditar a los damnificados.
Este tipo de hechos no se dan únicamente en las instituciones católicas, hace poco se dieron a conocer diferentes casos de violaciones, llevadas a cabo por parte de monjes budistas, gracias a un reportaje que se difundió en un medio de comunicación holandés. En ese mismo espacio se informó que muchos de los agraviados eran menores de edad cuando las sufrieron. El Dalai Lama reconoció, ante los periodistas, el conocimiento de estos casos, lo llamativo del asunto fue su silencio y no denunciarlos, quizás, hacerlo significaría tirarse piedras a su tejado.
Olvidamos un punto esencial, a fin de cuentas, estos llamados religiosos, no dejan de ser hombres de carne y hueso que sienten lo mismo que el resto, asimismo pueden tener comportamientos deleznables; por eso, sus altos cargos, cuando delinquen, deberían dejar que los juzguen las autoridades pertinentes. Con esto no quiero decir que todos los sacerdotes sean pederastas, no se puede ser tan simplista en esa afirmación.
Es una película que demuestra la importancia de comprometerse con una causa. Muestra los delitos que han ocultado, de forma continua, las instituciones religiosas encargadas de guiarnos por el camino correcto.

Mitchel Ríos

Lume

Agli