Opinión
Voces creativas
Un escritor decide aislarse del mundo, quiere hacerlo para evadirse de su realidad y tener tiempo para sí mismo, pues ha estado enfocado durante varios meses en la producción de una novela, por consiguiente, se le hace necesario salir de su entorno. Después de varios días preparándolo pone rumbo hacia un lugar idílico, pero no bien se encuentra en él, le surgen cientos de ideas para escribir. Aquí sale a relucir la premisa: Así pasa con los relatos, ahora no hay nada y, de repente, están dentro de ti, de tal modo que la única manera de evitar el tormento es escribiendo. Como no puede escapar, se embarca nuevamente en la aventura de redactar, a pesar de su reticencia inicial, la única forma de estar tranquilo es situarse delante de una máquina de escribir, en ese proceso no está solo, se le presenta un ser que lo acompaña; en esta tesitura los bríos del autor se ven renovados, la historia sale mejor de lo que pensaba, gracias a esa extraña aparición. Cuando comprende que está dentro de una alteración de la realidad se decanta por disfrutar de su ficción.
Una obra que muestra el proceso creativo de un autor es «El mundo interior de Martin Frost», producción de 2007, dirigida por Paul Auster, su trama sencilla se enfoca en el autor Martin y su curiosa manera de idear obras, con un escenario diáfano y de características bucólicas, Auster nos muestra los entresijos de la literatura y los sinsabores de embarcarse en una nueva invención.
Auster es uno de mis literatos preferidos, desde el primer libro que cayó en mis manos, Trilogía de Nueva York, me di cuenta de que estaba delante de un autor deslumbrante, su técnica es un aliciente para leer y su forma de llevar al lector por sus páginas, hacen de él (desde mi punto de vista), uno de los mejores novelistas del mundo literario. La forma en la que arma sus tramas, ora enredándolas, ora con transparencia, le dan, a sus creaturas su sello personal, utilizando un lenguaje directo, claro, sin orlarse innecesariamente, lo que realza su planteamiento. Leerlo es una aventura que nunca defrauda, consigue ensimismarnos a través de sus páginas, haciéndonos cómplices de las idealizaciones que se adentran en sus atractivas historias.
La motivación para escribir, en ocasiones, es difícil de encontrar, sin embargo, cuando hay gente a tu alrededor que te da el aliento necesario se consigue salir airoso hasta en los peores momentos, con ese plus nos podemos enfrentar de la mejor forma a la página en blanco, esa que provoca dolores de cabeza cuando nos sentamos a escribir sin tener las ideas claras, pero que es una buena amiga cuando se tiene claro el discurrir de las palabras. Teniendo a nuestro lado esa calidez conseguimos elaborar historias, ensayos que jamás hubiéramos planeado.
La película nos sumerge en el mundo creativo y en lo intrincado que es llegar al final, porque para plasmar la última palabra de un escrito se sigue una senda, muchas veces leonina, que nos mantiene expectantes ante la resolución de las voces de nuestros demonios.
Mitchel Ríos