Opinión
Una obra sin más
Una chica de Nueva York, que se dedica al oficio más antiguo del mundo, por cosas de la suerte vive una experiencia especial. Conoce a un tipo, hijo de un oligarca ruso, con el que vive un romance al estilo de los cuentos de hadas, específicamente el de la Cenicienta. Termina casándose y cree que podrá dejar atrás la realidad que hasta ese momento la definió. Sin embargo, esta fantasía no durará para siempre, ya que tendrá un final inesperado. Al despertar del sueño comprenderá que no todo lo que brilla es oro, pues su matrimonio no será tomado con buen agrado por la familia de su amado.
Así, de forma sucinta, se podría resumir el argumento de la película de 2024 «Anora» dirigida por Sean Baker.
Sobre el papel la trama de la película no parece mala, da pie a creer que devendrá en una buena historia, pero su plasmación deja mucho que desear, no causa ningún sentimiento, es plana. Tampoco consigue que empaticemos con sus personajes, resultan demasiado predecibles, lo único que logra es hacernos perder el interés por lo que les pueda pasar, más bien esperamos que mejore en el transcurrir del metraje, pero esto no se produce.
Por otro lado, la cinta se hace innecesariamente larga, hay escenas que se extienden sin una razón aparente, debido a que no tienen una función que sirva para aclarar hechos que se suceden, las distintas situaciones con menos duración hubieran resultado más sustanciales, en este caso, más es menos, pues lo único que consigue es distraer al espectador, llenando la narración de situaciones huecas, sin nada que sostenga su propuesta.
Asimismo, presenta de un modo tal la prostitución que cualquiera diría que las trabajadoras sexuales desempeñan su labor en un mundo maravilloso, lleno de felicidad y camaradería, en el que hacen y deshacen, en el que no están obligadas a ejercer la actividad, ni a rendir cuentas, ya que se dedican a ello por el puro gusto, porque les da morbo o simplemente porque es una actividad como cualquier otra que les proporciona dinero. Eligieron esa vida, nadie las presionó, en consecuencia, tienen la posibilidad de dejarla cuando quieran, no son explotadas, ni forzadas, solo basta con hablar con el dueño del local y este no pondrá trabas para dejarlas ir, despidiéndolas con un afectuoso abrazo y un cálido deseo que todo les vaya bien.
Probablemente lo mejor sea su final, en el que vemos a un ser desvalido que lo ha perdido todo y no tiene nada, para hacerle frente a ese mundo mezquino en el que es difícil encontrar personas que lo entiendan, por este motivo el llanto de la protagonista es el estallido de rabia por ver que no tiene suerte, por ver que es menospreciada y que nadie le brindará una oportunidad, ya que al dedicarse a lo que se dedica, la sociedad da por hecho que es incapaz de amar, ya que cualquier gesto afectivo que pueda ofrecer tiene un precio, nada es gratis.