Opinion
Una encrucijada
La película Shutter Island (La isla siniestra) nos propone la visión del mundo desde la perspectiva de un tipo afectado por problemas mentales. Edward Daniels es un esquizofrénico, su enfermedad es producto de un TEPT (trastorno por estrés postraumático), una reacción extrema a un severo trauma.
La historia se ubica en la década de los cincuenta del siglo pasado, época de avances para el tratamiento de los trastornos mentales. Los pacientes eran aislados del mundo y se les practicaban diversos procedimientos médicos; algunos eran inducidos al coma hipoglucénico, otros eran sometidos a terapia electroconvulsiva y como último recurso, en caso de que ninguno de estos tratamientos funcionara, se procedía a practicarle al enfermo una lobotomía cerebral. Durante este proceso se realizaba una incisión en el lóbulo cerebral frontal que dañaba parte de la materia blanca que comunicaba a los hemisferios. Se ejecutaba con un instrumento similar a un picahielos. Está práctica fue quedando en desuso por la aparición de sicofármacos para el tratamiento de las enfermedades mentales.
Estamos en la piel de este personaje, la realidad está siendo desfigurada, la posición que tomamos al inicio es la que nos plantea, no nos da pistas y vamos enterándonos del relato conforme nos va siendo mostrada desde su mirada. Comienza como la típica cinta de cine negro, el intérprete es un policía que va a realizar una investigación en un lugar tétrico. Busca información, realiza interrogatorios, recaba pruebas y aunque el asunto se soluciona hay cuestiones que no terminan de cerrarle. En el transcurso de los hechos se inicia el proceso de degradación del individuo y salen a la luz sus desórdenes sicológicos, comienzan las alucinaciones, hasta preguntarse si está viviendo dentro de un mundo caótico, si es parte de la cura o del mal.
El filme es un juego constante que nos adentra en un mundo extraño en donde la sensatez brilla por su ausencia. Los laberintos del razonamiento son intrincados, para adentrarse en ellos es necesario tener cuidado. Las imágenes y las escenas pasan, no estamos seguros de lo que estamos viendo e incluso cuando esperamos el final, el desenlace nos genera más preguntas, sin embargo, no nos tomemos tan en serio las cosas que vemos, tal vez solo sea una encrucijada de nuestras ideas o el constructo que hacemos de las representaciones sea un engaño.
Mitchel Ríos