Opinión

That’s life

Pocas veces me he quedado sin palabras al ver una película; son contadas las ocasiones en las que he tenido sentimientos encontrados al terminar de ver una. El sábado fui a ver Joker (Todd Phillips, 2019), un título sencillo, sin demasiadas florituras, no se adorna innecesariamente (no tiene necesidad de hacerlo).
El arquetipo encarnado en el filme me seduce, por sus cualidades histriónicas, lo irreverente de su personalidad y la elaboración de su narración. Dos de mis comics de cabecera son Arkham Assilum y The killing joke, con ellos nació mi interés por el personaje, porque son un buen bosquejo de su mente trastornada; nos hace ingresar en los confines oscuros de sus maquinaciones.
Detrás del bufón se encuentra Arthur Fleck, nombre que deja atrás el primero, Jack Napier, que se le dio a finales de los años ochenta del siglo pasado.
La trama de la obra se enfoca en mostrarnos el proceso mediante el cual el ser humano, Fleck, es dejado de lado para dar paso a su lado oscuro, Joker.
En el tiempo que dura se ve como una persona puede ser empujada al abismo por el sistema, un desvalido que sufre los percances de la crisis económica, y ve en el camino de la locura la salida a sus problemas. Son varios los detonantes que abren la caja de pandora y ya no tiene vuelta atrás, lamentablemente en ese proceso pierde todo rasgo compasivo; se encumbra el mal.
Joaquín Phoenix, encarna de forma magistral al villano, gracias a su intervención es el foco de atención. Él es quien da sentido a lo que se observa, sus gestos, su caracterización, se convierten en los pilares de la realización. Su trabajo hace posible concentrar todas las peculiaridades del arquetipo que interpreta, elabora una excelente personificación que nos mantiene expectantes durante toda su duración.
En el camino hacia la demencia, su percepción de que el mundo se está volviendo cada vez más loco se reafirma, por eso la única forma de hacerle frente, a ese entorno que siempre realiza las mismas preguntas y parece que no escucha, es actuando del modo menos esperado, como una forma de llamar la atención. Durante el desarrollo percibe que no sirve de nada comportarse como un ciudadano modelo, tampoco sirve cumplir a cabalidad las normas establecidas; la única manera de hacerse notar es trayéndose abajo el sistema opresor, el payaso psicópata nace como una manifestación de la ciudad enferma en la que vive.
Este personaje malévolo que nació como antagonista dentro del universo de Batman, inspirado en la película muda El hombre que ríe de 1928 (basada en la novela del mismo nombre escrita por Víctor Hugo), sale como protagonista en una cinta que hace las veces de elegía ante la pérdida de sensibilidad, en ella se ve el caos, sin embargo, este no es más que un juego del personaje para que empaticemos con él y justifiquemos sus actos. No olvidemos que la obra se narra desde la perspectiva de un loco que adapta el medio a sus necesidades y consigue que nos compadezcamos con su historia, en cierto modo se mete en nuestra cabeza; nos perturba, nos desasosiega.

Mitchel Ríos

Lume

Agli