Opinión

Obra esperpéntica

Este fin de semana vi la película Plácido, dirigida por Luis García Berlanga en 1961. Su trama gira en torno al personaje del mismo nombre, un habitante de una pequeña ciudad, en dónde debido a la celebración de la Navidad un grupo de vecinos, pertenecientes al estrato acomodado del lugar, deciden llevar a cabo la campaña: Siente un pobre a su mesa. Durante el desarrollo de la historia se ve todo lo que sucede alrededor de esta celebración, así como los problemas que inmiscuyen al personaje principal, inquieto porque puede perder su herramienta de trabajo, su motocarro, al no pagar a tiempo la primera letra del vehículo. En tales circunstancias somos testigos de los hechos que van aconteciendo en aquella peculiar localidad.
El discurso expuesto en el discurrir de la historia es sumamente crítico con la España de la época. En base a pequeñas historias, que forman parte de un gran todo, nos muestra la hipocresía de sus participantes, ya que la campaña: «Siente un pobre a su mesa», es a las claras, el modo en el que los burgueses hacen actos de contrición en determinados momentos, pues no es algo recurrente, una vez concluida la festividad estos volverán a sus actividades y dejarán de lado a los seres receptores de su caridad.
Los pequeños relatos fluyen con naturalidad y nos descubren el entramado del escenario en el que se desenvuelven los personajes. El guion nos da pinceladas sobre el modo de vivir de cada uno de ellos, sus necesidades, sus carencias. En base a ellas el director ofrece una obra que no peca de sentimentalista, no empuja al espectador a tomar partido por nadie, es decir, no nos conmina a identificarnos con ninguno de los arquetipos, simplemente se centra en narrar sus aventuras y mostrarnos su podredumbre.
Su crítica no solo se centra en mostrarnos los defectos de los ricos, también señala que todos los tienen, independientemente de su condición social, no considera que el pobre sea bueno solo por ser pobre. En pasajes específicos de la producción expone que ellos también son recelosos y que en determinadas circunstancias son egoístas, ya que solo se centran en satisfacer sus intereses, esta mirada desesperanzadora hace que sobrevuele en el ambiente la idea de que no hay nada rescatable en ese mundo.
Tras ver la visión amarga, pesimista y cruel de la cinta, sobre una sociedad en decadencia a todos los niveles, destaca el desenfado con el que se desarrolla su narración, el tono burlón, así como su espíritu cáustico, es sin duda lo más resaltante, quedando claro que las diferencias en la comunidad seguirán, porque la razón de ser de algunos es mostrar falsas apariencias. Además, por momentos se acerca al neorrealismo italiano y al esperpento de Valle Inclán, de este modo, mezclando ambos, ofrece una instantánea particular de la España de finales de los años cincuenta e inicios de los sesenta del siglo pasado, en donde se respiraba pobreza por todas partes, tanto en el aspecto material como en el aspecto moral.

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