Opinión
Nunca más
Los gobiernos dictatoriales se han sucedido en nuestro planeta en varios momentos de nuestra historia. Básicamente, en cualquier parte, tienen los mismos comportamientos, enarbolan la bandera de la patria y sostienen que todo vale para salvarla de aquellos que intentan romperla, asimismo, se apoderan del relato, sustentando con esto sus acciones deleznables. También se encargan de acallar las voces que contradicen sus preceptos, porque no aceptan a quienes piensan diferente, esto sería un inconveniente para sus planes, por eso mismo utilizan cualquier medio para lograr su cometido.
Una obra que se encarga de abordar este tema, bajo una mirada crítica, es Argentina, 1985, realización de 2022 dirigida por Santiago Mitre.
La película toma hechos reales, el juicio a los altos mandos de la dictadura argentina que detentaron el poder de 1976 a 1983, en torno a los cuales gira su trama. El monstruo al que se enfrentan los encargados de llevar a cabo el proceso penal tiene influencia en ciertos cargos políticos. En tal contexto se nos presenta a Julio Strassera, fiscal, y Luis Moreno Ocampo que, junto a un equipo novel, se dedicarán a recabar testimonios contrarreloj para tener argumentos sólidos y poder defender su posición. Es así como seremos testigos del discurrir del proceso y del modo en el que se producirá su desenlace.
El guion de la obra tiene una narrativa clara, mostrando al mundo lo que pasó en un momento determinado de la historia argentina y su proceso de democratización, recalcando que lo mejor es cortar de raíz los remanentes residuales de los sistemas dictatoriales, ya que, si esto no se realiza, sus restos pueden socavar cualquier proyecto que se quiera instaurar. En tal sentido, su crítica es directa, no se puede mirar hacia adelante sin cerrar las heridas ocasionadas por sistemas despreciables, las victimas tienen derecho a servirse de la justicia para condenar las tropelías de aquellos que se sintieron dueños del mundo.
Asimismo, se nos muestra como un proceso que se inicia como algo meramente anecdótico, termina cogiendo fuerza, a pesar de sufrir trabas, ya que la verdad se alza y opaca cualquier esfuerzo por ocultarla.
Por otro lado, algo a subrayar es el personaje encarnado por Ricardo Darín, actor que no deja de sorprender por su registro, pues destacan sus dotes interpretativas, haciendo que sea verosímil el rol que desarrolla en pantalla, por momentos parece realmente un fiscal que sufre en sus carnes las presiones para que un caso no salga adelante.
Esta película tiene un ritmo ágil, siendo loable que no se sienta pesada, el modo en el que se ha realizado su montaje hace que se disfrute de principio a fin.
No es necesario conocer la historia de Argentina para visionarla, ya que su universo narrativo bebe de sus propios referentes fictivos. Además, consigue que empaticemos con las víctimas, porque les da voz y permite que cuenten su versión de la historia, quedando claro que hechos así no deben repetirse nunca más, porque los seres sanguinarios no pueden, ni deben, campar a sus anchas, las personas que se consideren buenas no pueden mirar hacia otro lado, tienen el deber moral de hacerles frente.
Una obra que se encarga de abordar este tema, bajo una mirada crítica, es Argentina, 1985, realización de 2022 dirigida por Santiago Mitre.
La película toma hechos reales, el juicio a los altos mandos de la dictadura argentina que detentaron el poder de 1976 a 1983, en torno a los cuales gira su trama. El monstruo al que se enfrentan los encargados de llevar a cabo el proceso penal tiene influencia en ciertos cargos políticos. En tal contexto se nos presenta a Julio Strassera, fiscal, y Luis Moreno Ocampo que, junto a un equipo novel, se dedicarán a recabar testimonios contrarreloj para tener argumentos sólidos y poder defender su posición. Es así como seremos testigos del discurrir del proceso y del modo en el que se producirá su desenlace.
El guion de la obra tiene una narrativa clara, mostrando al mundo lo que pasó en un momento determinado de la historia argentina y su proceso de democratización, recalcando que lo mejor es cortar de raíz los remanentes residuales de los sistemas dictatoriales, ya que, si esto no se realiza, sus restos pueden socavar cualquier proyecto que se quiera instaurar. En tal sentido, su crítica es directa, no se puede mirar hacia adelante sin cerrar las heridas ocasionadas por sistemas despreciables, las victimas tienen derecho a servirse de la justicia para condenar las tropelías de aquellos que se sintieron dueños del mundo.
Asimismo, se nos muestra como un proceso que se inicia como algo meramente anecdótico, termina cogiendo fuerza, a pesar de sufrir trabas, ya que la verdad se alza y opaca cualquier esfuerzo por ocultarla.
Por otro lado, algo a subrayar es el personaje encarnado por Ricardo Darín, actor que no deja de sorprender por su registro, pues destacan sus dotes interpretativas, haciendo que sea verosímil el rol que desarrolla en pantalla, por momentos parece realmente un fiscal que sufre en sus carnes las presiones para que un caso no salga adelante.
Esta película tiene un ritmo ágil, siendo loable que no se sienta pesada, el modo en el que se ha realizado su montaje hace que se disfrute de principio a fin.
No es necesario conocer la historia de Argentina para visionarla, ya que su universo narrativo bebe de sus propios referentes fictivos. Además, consigue que empaticemos con las víctimas, porque les da voz y permite que cuenten su versión de la historia, quedando claro que hechos así no deben repetirse nunca más, porque los seres sanguinarios no pueden, ni deben, campar a sus anchas, las personas que se consideren buenas no pueden mirar hacia otro lado, tienen el deber moral de hacerles frente.