Opinión
Mientras dure…
Las ideologías mal orientadas, interpretadas y entendidas son, por lo general, causantes de un sinfín de enfrentamientos. Las mismas, manipuladas y llevadas a los extremos, con fines oscuros, generan las peores disputas entre los seres humanos pasando de lo puramente dialéctico a conflictos armados. Se suele decir que morir en aras de defender nuestras ideas es loable, sin embargo, muchos de los que se ven envueltos en esos enfrentamientos no son conscientes de lo que se juegan.
En septiembre se estrenó Mientras dure la guerra (2019, Alejandro Amenábar), una película que aborda, de soslayo, La Guerra Civil española. Su trama gira en torno a los últimos meses de vida del escritor Miguel de Unamuno, que coinciden con el inicio del levantamiento bélico, mostrándonos la difícil situación en la que se ve por defender sus ideas y ser consecuente con el discurso que construyó durante toda su vida.
El tópico del escritor comprometido es recurrente en el mundo intelectual, entendiendo por comprometido el denunciar las tropelías del sistema en el que viva, porque tanto el mundo capitalista, como el comunista, no se caracterizan por ser perfectos y distan mucho de llegar, algún día, a serlo.
Cualquier doctrina llevada al extremo se vuelve dañina, porque cuando se considera poseedora de la verdad y la razón no trae nada bueno, más bien se desacredita al buscar entre su gente ciudadanos devotos y amedrentar a los que no siguen su ideario pautado.
Algo destacable en esta obra de Amenábar es el mantenerse al margen y no tomar partido por ninguno de los bandos que intervinieron en el conflicto armado, en ningún momento nos empuja a denostarlos, ni unos son muy buenos, ni los otros son muy malos, su logro es no ser maniqueísta, cuando el tema se prestaba para ello, con ese fin se enfoca en la figura de Unamuno, un pensador sumido en un mar de dudas debido a su descreimiento en la política, suponiendo de forma equivocada que por las armas se podía restituir el orden perdido, por eso se ve envuelto dentro de un alzamiento con el cual no comulgaba. No obstante, no se habría visto inmiscuido en este escenario si el régimen, al que apoyó con entusiasmo, no hubiera errado el camino, retorciendo ideas que, en esencia, eran buenas y abriendo la puerta a su lado más caótico. El problema reside en que se da cuenta de su error demasiado tarde, cuando la maquinaría de la guerra ha echado a andar.
Si de algo se aprovechan determinadas formas de gobierno es de las buenas intenciones de las personas, diciéndoles medias verdades y ocultando sus fines hasta el último momento, no siendo claro en sus propuestas, siempre van a lo suyo en todo momento, hasta que al final, una vez conseguida su meta, se encumbran y se vuelven difíciles de combatir, por algo dicen que de buenas intenciones está lleno el infierno.
El director nos muestra el desarrollo de la historia en un momento puntual, como una forma de decirnos: si se toman las mismas decisiones el fin será el mismo y que, mientras dure la guerra, nada bueno se puede esperar.
Mitchel Ríos