Opinión
Entre olas
En uno de tantos cursos universitarios, hace algunos años, vi la película «La Ola», una película alemana del año 2008. Su título original era Die Welle.
El filme giraba en torno a un profesor de instituto del curso de historia que, durante la semana de proyectos para mostrar las bondades de la democracia, se le asignaba el dictado del curso de autocracia y se decidía a enseñar a sus alumnos el funcionamiento de un régimen totalitario para responder a la pregunta: ¿Cómo fue posible que prosperara el nazismo en Alemania y cómo pudieron alegar los alemanes ignorancia con respecto al exterminio de seres humanos en su territorio?
Para eso crea un movimiento denominado La Ola. Todo empieza como un juego, pero a medida que va cobrando fuerza el grupo, aparecen rasgos fascistas en el mismo: se vuelven autoritarios y se sienten superiores al resto por el simple hecho de pertenecer al mismo. La aceptación que tiene este experimento es tal que el profesor se sorprende, por la disciplina y el sentido de comunidad que demuestran los alumnos, supera por mucho sus expectativas durante los cinco días que dura el proyecto. En ese tiempo fue pasando por diferentes módulos, para demostrar la fuerza a través de: Disciplina, comunidad, acción, orgullo y entendimiento.
Con este estudio logró demostrar lo factible que puede ser volverse un sujeto alienado; cumplir en silencio lo que decide el grupo en desmedro de las convicciones y libertades personales, además señaló que el fascismo puede establecerse en cualquier espacio sin que se perciba como tal, solo es cuestión de condicionar el medio para que sea posible.
La película está basada en la novela corta La Ola, escrita por Morton Rhue en 1981, que a su vez se inspira en hechos reales que se desarrollaron en 1967 en Palo Alto (California) en la institución educativa Cubberly High School en Estados Unidos. El profesor de historia Ron Jones, como parte del estudio sobre la Alemania Nazi, decide iniciar un experimento para demostrar que se puede dar un fenómeno similar en cualquier parte del mundo y en cualquier momento, para ello creó un movimiento denominado La Tercera Ola. Se denominó así por la idea popular de que la tercera ola de una serie de tres es la más fuerte.
La película se centra en lo maleable que puede ser la voluntad en determinados contextos y coyunturas; lo sencillo que resulta hacer apología de conceptos autoritarios que se aprovechan de la naturaleza gregaria del hombre. En momentos puntuales y con las convicciones erradas los seres humanos podemos cometer barbaridades en pos de la exaltación ideológica.
Mitchel Ríos