Opinión

En las trincheras

Nunca he sido un asiduo espectador de películas de corte bélico, quizá porque la temática no es una de mis preferidas, sin embargo, he visto unas cuantas, entre ellas Senderos de gloria, que, para mí, es la mejor obra jamás filmada en este género, sé que hay otras que se le han acercado, pero no ha habido ninguna que me haya generado las sensaciones de la cinta protagonizada por Kirk Douglas y dirigida por Kubrick. A pesar de mi reticencia, siguiendo la recomendación de una amiga, me dispuse a ver 1917. En boca de ella: una realización que la cautivó por su propuesta, en donde se aplica un uso novedoso de la cámara y que nos adentra en un momento puntual que tuvo lugar durante la Primera Guerra Mundial (o la Gran Guerra), además —añadió- ha ganado varios premios. Sin duda, debido al entusiasmo de sus palabras, prometí verla y darle mi impresión (a pesar de mi desconfianza en el respaldo que pueda dar un premio a una película), de ese modo, ambos intercambiaríamos juicios y corroboraríamos si teníamos apreciaciones similares o, por lo menos, cercanas.
Ayer cumplí con mi palabra y vi 1917 (Sam Mendes, 2019) y, si bien no es la gran obra que esperaba, es una producción que entretiene y tiene ciertos toques que atrapan. Su trama se enfoca en una situación simple, el envío de un mensaje, los encargados de llevarlo son dos soldados, aparentemente inexpertos, pero con cualidades para moverse por el terreno, y tendrán que hacerlo sorteando una serie de imprevistos en el campo enemigo.
Una de sus cualidades es la forma en la que nos lleva a través de los avatares de la guerra. Acompañamos a sus personajes que, circunstancialmente, se encuentran en medio de un conflicto que no han causado, su misión, supuestamente sencilla, la de ir a una ubicación específica para entregar una carta, es un buen pretexto para mostrarnos, en imágenes, la crudeza de los enfrentamientos armados.
Esta elaboración, gracias al uso que hace de la cámara, consigue ofrecernos la sensación de inmersión, pues no solo son dos soldados los que se mueven entre las trincheras, sino también los espectadores, logrando ser testigos, de primera mano, de todo lo que sucede. Por momentos, debido al uso que hace de esta herramienta, parece como si estuviéramos dentro de un videojuego, con este artificio, la ficción se vuelve más eficaz, desde mi punto de vista, consigue ser efectista, empapando al observador de los sinsabores y sufrimientos de sus arquetipos.
En esta cinta no se encontrará una reflexión política, esta brilla por su ausencia, tampoco la busca el director, simplemente nos entrega su creación, para que nosotros le otorguemos las particularidades que deseemos y este es uno de sus puntos fuertes. El artífice no dirige, ni manipula, en un solo sentido el juicio de aquel que se acerca a visionar su obra, confía en la inteligencia de su público y sabe que será crítico con lo que ve, más o menos acertado, pero crítico.

Mitchel Ríos

Lume

Agli