Opinión
Con ojos inocentes
Navegando en las redes sociales, para ver cómo iba la red de redes, leí un comentario con respecto a una producción cinematográfica. Me pareció interesante el modo en el que se expresaba sobre ella en pocas líneas y la manera en la que, según él, lo marcó, sintiendo una sensación extraña tras presenciar como un inocente sufría las acciones de una sociedad intolerante. Después de leer esto busqué el nombre de la cinta a la que se refería, el título se encontraba al inicio del hilo en el que había dejado su parecer, en él estaba escrito: «El niño con el pijama de rayas».
Esta película se estrenó en el año 2008 y fue dirigida por Mark Herman, cuyo guion se basa en la novela homónima escrita por John Boyne. Su trama se centra en contarnos la historia de Bruno y Shmuel, dos niños que se conocen en uno de los peores momentos de la historia de la humanidad, La Segunda Guerra Mundial, uno de ellos es hijo de un comandante nazi, el otro, es un judío, privado de su libertad y condenado a permanecer, con su familia, en un campo de concentración en dónde se lleva cabo La Solución Final. En tales circunstancias surge la amistad entre ambos, amistad que se vuelva más intensa y los lleva a no medir los riesgos a los que se exponen.
Una de las cosas que destaco de esta realización es el modo sutil en el que nos plantea el tema del holocausto (se sabe lo que está sucediendo por el contexto, es una cicatriz que llevamos en nuestro imaginario). Gracias a diversas elipsis se ocultan partes de la narración que hacen ágil su planteamiento. No obstante, si nos dejamos llevar por la mirada ingenua de los niños, da la impresión de que no estuviera sucediendo algo tan trágico, desde su perspectiva, no hay ningún peligro, solo existe un gran campo para jugar y expresar afecto. En contraste, el mundo de los adultos no muestra esa magia, ha perdido cualquier rastro de inocencia y deja que el mal campe a sus anchas.
Asimismo, esta vuelta de tuerca, narrar la historia desde los ojos de un niño, impregna al relato de una calidez que da pie a un desarrollo peculiar, ya que el personaje no tiene consciencia de lo que pasa en su medio, este desconocimiento le permite a la ficción tomarse ciertas licencias, dejando de lado los referentes externos para enfocarse en su mundo posible.
La obra nos pone delante una realidad que vivieron muchas personas, por eso, tras verla, no podemos quedarnos tranquilos, durante varias partes de su metraje nos muestra la cara deleznable del ser humano cuando se considera superior a otros, considerándolos bárbaros sin valor alguno, despojándolos de cualquier característica que pueda generar vínculos y centrándose en degradar al diferente.
Sus escenas efectistas logran recordarnos la razón de ser del fascismo, su carácter reaccionario y su odio a la diversidad, en su ideario vale más una bandera que la vida del prójimo.