Opinión
Capacidad de sorprender
El 25 de diciembre se estrenó Soul (Pete Docter, Kemp Powers, 2020), en una plataforma de video por demanda, uniéndose a la moda de presentar películas directamente, sin pasar por el cine, en estos entornos digitales.
Debido a los problemas que han surgido a raíz de la COVID 19, muchas producciones se han visto obligadas a retrasar su lanzamiento, ya que, a causa de diversas disposiciones, los espacios destinados para que el público los viera se encontraban cerrados y, asimismo, cuando se levantaron algunas restricciones tenían limitado el aforo.
Estos inconvenientes, como es de suponer, han provocado que las distintas productoras se encuentren en la tesitura de reconsiderar la manera en la que estaban haciendo llegar sus realizaciones a los espectadores, sin perder en el proceso las ganancias planificadas. Es así que algunas han dado un paso adelante y están replanteándose su visión del mercado, un ejemplo es lo que ha sucedido con la obra elaborada por PIXAR.
La película nos presenta a Joe Gardner, un talentoso músico, de mediana edad, que se ha visto imposibilitado para seguir su sueño: dedicarse a lo que más le gusta, tocar Jazz. Como la actividad que le ilusiona no puede ser su medio para sobrevivir, se ve en la obligación de dar clases en una escuela, aun así, dentro de él, guarda la esperanza de que algún día tendrá la oportunidad de tocar en una banda.
Esta realización infunde una serie de sentimientos, aborda el sentido de la vida (un tema abstracto, muchas veces, difícil de desarrollar en imágenes) y la forma en la que el ser humano, con los años, va perdiendo la capacidad de asombrarse ante las maravillosas cualidades de nuestro mundo.
Todos vamos tras un sueño, en él, muchas veces, buscamos la motivación para levantarnos todos los días, para continuar en el camino, a pesar de que no se vea claramente que se lleguen a hacer realidad. Por eso, ficcionar sobre cómo nos sentiremos cuando lleguemos a cumplirlos puede ser un buen placebo.
En ese proceso podemos imaginar cientos de cosas que, con seguridad, no serán objetivas, pues se adecuarán a nuestras expectativas y se amoldarán a lo que esperamos, a lo que ansiamos que ocurra, a un supuesto final feliz, pero olvidamos (perdemos de vista) que tal vez sea más importante (y más valorable) la manera en la que se hace posible llegar a la meta, nuestra meta, no es el hecho en sí mismo, sino el cómo. De este modo sabremos valorar la experiencia en sí misma, porque la vida no se mide por el lugar que ocupas; sino por todos los intentos que efectuaste (sin darte por vencido) para llegar a esa posición.
El filme mezcla con muy buen gusto las imágenes y la música, transportándonos, por medio de sus partituras, más allá de lo cotidiano, a un lugar en el que el presente, pasado y futuro se entremezclan, al punto inicial en donde surgimos, a ese lugar que imaginamos como un espacio ideal en donde se encuentran todos los elementos que hacen posible la existencia como tal.
Mitchel Ríos