Opinión
Atrezo
Era un autor cuasi prolífico, se consideraba bueno en lo que hacía y con infinitas ideas, por eso, cuando le llegó la época de sequía creativa, entró en un problema existencial, ¿cómo era posible que ahora le costara tanto escribir?, sí, hasta ayer con sentarse delante de la hoja en blanco bastaba. Estas dudas hicieron que se acrecentara, aún más, su poca capacidad creadora, ¿sería algo irreversible? —tal vez se preguntaba—, ¿tendría que dejar de lado su carrera y dedicarse a otras labores más mundanas?, las preguntas iban y venían sin respuesta, era imposible obtener una explicación certera ante tales interrogantes, hasta que, para su tranquilidad, un día conoció a alguien que le devolvió la inspiración perdida, en tal tesitura, se sentía con las fuerzas de adentrarse en una nueva aventura, escribir su mejor obra y, quién sabe, quizás una de las más trascendentales de la historia.
Todo el mundo sabe quién es Cyrano de Bergerac, cuyo nombre completo es Hercule Savinien Cyrano de Bergerac. Su historia ha sido llevada al cine en varias ocasiones, así como representada en el teatro miles de veces. Su trama es sobradamente conocida, de igual modo, es un personaje entrañable de las letras francesas. Sin embargo, pocos saben las condiciones en las que fue elaborada tal obra, los problemas que tuvo su creador, Edmond Rostand, los entresijos de su primera puesta en escena, allá por el año 1897, y, así mismo, la manera en la que encarnó dicho personaje, Benoît-Constant Coquelin, debido a que, con el paso del tiempo, esto va quedando en una simple anécdota. Una película que aborda la forma en la que se llegó a crear la obra Cyrano es Cartas a Roxane (Alexis Michalik, 2018, en ella se puede ver todo el proceso para llegar a la elaboración de este clásico universal.
Una de las cosas que más destaca de esta obra es su ambientación, los decorados son de alto nivel, además representan bien la época en la que se produjeron los sucesos (lo sé por todos los documentos que existen), la gran Belle Epoque francesa está escenificada con toda la magia que pudo haber tenido en su momento. Esa fragancia que exhala en su metraje es un elemento destacable.
También resulta interesante seguir el hilo creativo de Edemond, como le surgió la idea de escribir Cyrano, como fue construyéndola y como logró que se representara, a esto se le puede añadir los personajes que lo ayudaron en el proceso.
Además, nos dice claramente que nunca hay que darse por vencido, en el momento menos esperado las musas se pueden apiadar de nosotros y permitirnos la creación de una gran realización.
La forma ligera con la que avanza su narración hace de Cartas a Roxane una producción entretenida. Nos lleva de la mano a través del sendero creativo de un autor y los inconvenientes que puede encontrar para llevar a buen puerto su talento, es así que podemos ver la génesis de un proyecto que con el transcurso del tiempo superó cualquier expectativa inicial. Rostand dejó salir a sus demonios.