Opinión
Zorba
Dos individuos se encuentran fortuitamente, uno de ellos asegura ser el mejor en cualquier trabajo que se le ponga delante, su nombre es Zorba, un hombre experimentado que ha superado numerosas experiencias difíciles, demostrando una autosuficiencia evidente, pues ha logrado salir indemne de encrucijadas que a otros les hubiera resultado imposible. Estas palabras persuaden a su futuro jefe para aceptarlo como compañero, asegurando que la inversión valdrá la pena.
De esta manera se inicia «Zorba, el griego», una película de 1964 dirigida por Mihalis Kakogiannis.
Desde el comienzo, en la película destacan dos elementos: la naturaleza cretense, que transforma al hombre con sus inclemencias, y la música, que da esperanza a aquellos que han perdido la fe tras años de rutinas difíciles, en las que sus creencias se han visto trastocadas después de muchos años de sinsabores. Estos elementos reflejan la naturaleza cambiante del ser humano, adaptándose a las circunstancias y evolucionando con el tiempo, debido a que es el único modo de sobrevivir, es eso o dejarse morir, perdiendo en el proceso cualquier expectativa por mejorar sus condiciones de vida y dejando de lado cualquier esperanza.
En esta línea, un hecho impactante es la forma en que el pueblo administra justicia. En un episodio, una mujer viuda es culpada por el suicidio de un joven y es ajusticiada sin piedad, como si fuera algo cotidiano, como si fuera la costumbre de quienes habitan en aquella isla, en dónde aparentemente no existe un ente que se encargue de dirimir las disputas entre sus habitantes. A pesar de esto la trama prosigue sin mostrar ningún cambio significativo, tampoco se ve ningún atisbo de remordimiento en quienes intervinieron en la muerte injusta y brutal de la infortunada. Asimismo, la muerte de la propietaria del único hotel de Creta, en la historia, resulta desconcertante; tras su fallecimiento la gente del pueblo saquea sus pertenencias, ya que al considerarse pobres y necesitados se sienten en la potestad de hacerlo, y continúan con sus vidas como si nada hubiera ocurrido, como si se supieran impunes ante tal latrocinio, como si hacer eso fuera lo más habitual. Según uno de los personajes esto tiene sentido debido a que está muerta y no se puede hacer nada, lo único que se puede hacer es dejar todo en manos de los que velan por las almas del lugar.
Tras ver la realización queda claro que su narración se centra en las acciones de Zorba, quien insufla vida a todo lo que ocurre en pantalla y le da toques peculiares. A pesar de algunas escenas que podrían parecer inverosímiles, la obra mantiene el interés del espectador. Aunque puede resultar ingenua en ciertos momentos (naif), la película subraya la importancia de mantener una dosis de locura en nuestras vidas, evitando ser encasillados y permitiéndonos expresar plenamente nuestros sentimientos.
Así pues, «Zorba, el Griego» es una obra cinematográfica que, a través de su protagonista, explora la complejidad humana y la adaptación al entorno, destacando la importancia de la música y la naturaleza en la transformación personal.