Opinión

Tierra hostil

Nos encontramos en la sierra española, en Jaén, donde el guarda de una finca, Eladio (Víctor Clavijo), se ve inmerso en una serie de hechos aparentemente fortuitos que cambian su suerte, llevándolo a una situación extrema en la que será puesto a prueba. En tal tesitura comenzará su andadura por un camino fronterizo entre lo lógico y lo ilógico, viéndose atrapado en un mundo en el que la realidad se verá trastocada por hechos irracionales.
Así pues, «La espera» nos adentra en una aventura psicológica de la mano de su protagonista, en la que la cordura da paso a la locura, a través de una atmosfera irrespirable, en dónde las penurias se hacen insoportables a causa de la dureza del campo, que por momentos semeja un espacio dantesco en el que se instaura la tragedia. De este modo, lo que inicialmente parecía un drama rural andaluz, se convierte en una historia llena de intrigas y terror que linda con lo real maravilloso, como si de una pesadilla se tratara, incrementándose el suspense en su narración.
La cinta tiene un inicio atrayente y, aún más, su desenlace, dejando excelentes momentos, gracias a la manera en la que nos lleva, a pesar de que por momentos parece lenta, lo que sucede en pantalla no pierde interés, pues le agrega dramatismo a las escenas que se van sucediendo. A esto se suma la ambientación, cuyos detalles muestran las inclemencias del medio en donde el ser humano es un ente que no puede aplicar su mano transformadora. En definitiva, el hombre ve condicionado su comportamiento, debido a que no está preparado para la incertidumbre que le produce el vivir en un lugar en el que no tiene el control de lo que acontece a su alrededor.
Para lograr este fin es importante la forma en la que se dirige esta realización, el director consigue un desenvolvimiento resaltante de los actores que, distribuidos en un ambiente agreste, se ven inmersos en un hábitat plagado de secretos, siendo víctimas de una tranquilidad ficticia.
Otro elemento esencial es la cámara y los distintos ángulos desde los que se nos muestra la historia, sirviéndose de la buena fotografía, que plasma en todo su esplendor el paisaje jienense en el que se suceden las diferentes escenas. En consecuencia, convierte al espectador en un personaje más, mudo testigo de lo que acontece y que no puede intervenir.
Asimismo, el saber que ha transgredido normas básicas de la convivencia en sociedad, las leyes del hombre, a Eladio le produce una culpa que no encontrará expiación y le causará un deterioro físico y mental, ya que su conciencia lo estará castigando al recordarle su afrenta, pues es el causante de lo que le impide existir, el sinsabor de haber caído en la tentación de aspirar a algo mejor para los suyos, rasgo característico de algunos seres humanos. Su error fue olvidar que la gente como él, está condenada a no levantar cabeza y vivir recibiendo ordenes durante el resto de su vida.

Lume

Agli