Opinión

Una obra absurda

Nuestra historia tiene lugar en el Japón de finales de los años 30, en dónde vive Mahito, un chaval que ha perdido a su madre. Durante el duelo, su padre, confiando en que el cambio de aires ayudará a que la pena sea más leve, decide llevarlo a una nueva ciudad, pero el niño no se resigna a la muerte de su progenitora, porque la tiene presente en cada momento. En tal tesitura, durante un paseo cotidiano descubre a una garza que, tras una serie de hechos increíbles, adentra a nuestro personaje en una torre extraña que esconde un universo de bolsillo que tiene más de mágico que de real. En estas líneas, grosso modo, he resumido la trama de la película, El chico y la garza, estrenada en el 2023 y dirigida por Hayao Miyazaki.
Esta obra se sale de la norma, por eso resulta confusa y da la impresión de que el guion es un batiburrillo lleno de buenas intenciones que no llegan a buen puerto, por eso cuando descubrimos que lo importante es perderse en su ficción (todo es parte de un mundo alucinado), logramos seguir adelante y no sufrimos durante su desarrollo, ya que si le queremos encontrar sentido nos desviaremos y dejaremos de lado la oportunidad de poder disfrutarla.
Asimismo, puede resultar abrumadora por el ritmo acelerado que ostenta, ya que salen diversos arquetipos cuya aparición no tienen explicación o si la tiene, es breve y tal vez no satisfaga la curiosidad del espectador más exigente, pero para aquel que solo quiere una historia trepidante esta conseguirá con creces cumplir lo esperado, pues el resultado es un viaje mágico a través de un cuadro cromático incomparable que nos lleva a ingresar en una serie de reductos que nos ofrecen unas vistas originales, únicas, como si fueran parte de un cuadro surrealista, desconcertante y bello.
En esta travesía intimista, onírica, de amor, pérdida y redención, es evocada la idea del viaje del héroe, pues ante lo desconocido Mahito consigue salir airoso, aunque no sabe si lo que pasa es algo real o un simple juego de su creatividad desmedida, una fantasía que lo atrapa en sus redes y lo lleva por el inframundo, en dónde lo ilógico es la norma e incluso lo exagerado y absurdo es lo que le da sentido a lo que observa en su aventura.
Cuando me acerqué a ver esta cinta tenía claro que no me decepcionaría, como cada obra que he visto del maestro de la animación japonesa Miyazaki, en dónde da rienda a suelta a su creatividad, llevándonos a través de sus entresijos donde nos muestra una variedad de escenarios novedosos, que una vez descubiertos nos plantean una serie de interrogantes cuyas soluciones se encuentran en los distintos símbolos desplegados, ya sea exprofesamente o sutilmente, dando a entender que los sinsentidos no son tales, cuando nos dejamos trasladar por los sortilegios de un mundo raro, originalmente creado para dejar fluir la creatividad en la mente de quien visiona esta realización.

Lume

Agli