Opinión

Pugnas cinematográficas

No soy seguidor del cine negro, pero, este fin de semana, vi Sed de mal de 1958, motivado por un documental que abordaba la obra de Orson Welles, sus influencias, su estilo y su forma de ver el cine, y además por ser considerada una de las mejores películas jamás rodadas de este género. Su trama se centra en mostrarnos a un policía corrupto y sus modos para llevar a cabo su trabajo, así como a un funcionario antidrogas, la cara opuesta en el apartado moral. Esta obra se desarrolla en una ciudad que está situada en la frontera entre Estados Unidos y México.
Después de verla, e indagar en varios artículos sobre ella, pude enterarme de que hubo dos montajes, uno hecho por el director de la cinta de ciento diez minutos y otro en el que metieron mano los encargados del estudio cinematográfico de noventa y un minutos, aduciendo que el de Orson Wells era mejorable. Su fin, al realizar una nueva edición, fue la de hacer más diáfano su desarrollo y con ello que fuera mejor recibida por los espectadores.
Para enriquecer su producto rodó escenas adicionales y cercenó otras, tras ver el resultado final, el creador de Ciudadano Kane, envió un memorándum de cincuenta y ocho páginas, a Universal Pictures, solicitando que mantuvieran su edición, pero su petición no fue admitida y la decisión de conservar el segundo persistió.
Durante años, el montaje de Universal era el único que estaba disponible para su reproducción, sin embargo, en 1998 salió a la luz una nueva versión que trató de mantener intacto el espíritu original del primero, como un intento de respetar los deseos de Welles y dejarla como él la concibió.
Debido a ese tiempo añadido, en la versión de finales de los años noventa del siglo pasado, la búsqueda de redención de ciertos personajes queda desvirtuada, ya que su arrepentimiento no es tal, sino que está motivado por las presiones del medio, no obstante, la importancia de los personajes encarnados por Charlton Heston (Mike Vargas) y Welles (Hank Quinian), se mantiene intacta.
Otro de sus apartados es la pugna que existe entre las diferentes autoridades que se encargan de velar por el cumplimiento de la ley, pues al ser un lugar fronterizo muchas veces se ven enfrentadas a causa de la jurisdicción, creando recelo entre ellas, lo que deviene en caos y desorden que no dista mucho del comportamiento de los entes que se mueven fuera del orden establecido.
El estilo que se emplea en la cinta es sobrio y correcto, los claroscuros le dan un toque de suspense (necesario) a lo que sucede en pantalla, creando una atmosfera tensa que genera una serie de rivalidades entre sus personajes, lo que a la larga es el desencadenante de lo sustancial dentro del relato, esto, sumado a las distintas caracterizaciones, nos ofrece un experiencia amena e intrigante, por eso tenemos razones de más para considerarla como una de las mejores películas de la historia del séptimo arte.

Mitchel Ríos

Lume

Agli