Opinión
Relaciones pasajeras
Las vacaciones de verano suelen ser el pretexto para adentrarnos en nuevas experiencias. En el día a día es imposible hacerlo a causa de la monotonía y las obligaciones, por eso, en esta temporada tratamos de escapar de esa cotidianeidad, dejamos todo atrás para evadir la realidad. Nos alejamos para asirnos de la paz y tranquilidad de ciertos espacios con toda la disposición posible.
Este lluvioso fin de semana visioné Call me by your name, una película estrenada en el 2017 y nominada a cuatro premios Oscar: Mejor película, mejor guion adaptado, mejor actor y mejor canción original, ganando el premio al mejor guion adaptado. Basada en la novela escrita por André Aciman, es una alegoría a las relaciones fugaces que se producen en determinados momentos de la vida. Fue dirigida por Luca Guadagnino y protagonizada por Armie Hammer junto a Timothée Chalamet. Al igual que en Shape of the water hace su aparición como secundario Michael Stuhlbarg y no decepciona, es más, tiene los mejores diálogos de la historia.
Esta cinta aborda la relación entre Oliver y Elio, el primero, estudiante de posgrado; el segundo, hijo del profesor de arqueología que da acogida al alumno. Se sostiene que, en la actualidad, es más fácil abordar este tema, a diferencia de lo que ocurría en el 2005 cuando se estrenó Brokeback Mountain, una historia ambientada durante los años sesenta en suelo estadounidense, dirigida por Ang Lee, basada en el cuento de título homónimo, escrito por Annie Proulx, nos muestra la relación entre Ennis del Mar (Heath Ledger) y Jack Twist (Jake Gyllenhaal), dos vaqueros imposibilitados de mostrarse de forma abierta como pareja, en ese contexto se ven obligados a vivir un amorío complejo de aproximadamente veinte años, la idea es guardar las apariencias porque saben que declararse gay en aquellos tiempos les hubiese acarreado problemas.
Una película ambientada en los años sesenta y otra en los ochenta, en la primera, está mal tener una relación sentimental con alguien de tu mismo sexo, en la otra, es más aceptable, pero, aunque hayan transcurrido dos décadas entre ambas historias, aún es necesario guardar las apariencias, en una se percibe la culpa de los personajes, tienen conflictos por los deseos que los dominan, han interiorizado la idea de que su actuar está mal, en la otra las cosas se dan de forma más natural, ninguno se hace problemas.
Los padres de Elio aceptan esa relación como algo normal, una forma, para el muchacho de Call me by your name, de ir descubriendo el sexo, las relaciones sentimentales. Este es el punto fuerte, no nos atiborra de escenas eróticas, el paso de imágenes es acorde con la interrelación de los personajes. El narrador de la historia no juzga, deja a sus creaciones seguir el sendero de sus pasiones, permitiéndoles disfrutar en todos los planos posibles, por eso el arqueólogo felicita a su hijo, pudo vivir una experiencia única en su vida, querer a alguien de una forma tan pura e inocente que no se volverá a repetir. Los años pasan, el corazón tiene menos para ofrecer, se cansa y el cuerpo deja de ser atractivo, nadie se detiene a verlo, es ahí cuando aparece la tristeza, los arrepentimientos, es mejor dejar de lado los prejuicios y disfrutar de lo que aparece en nuestro camino.
La frescura que trae Elio a la vida de Oliver, es como una brisa de verano, es un terremoto que no deja nada en pie, motiva a sentir cosas que tal vez se dejaron de sentir hace mucho, ahí reside el meollo del asunto, dejar de lado todo y no vivir del «si hubiera». Un momento, un simple momento, una sola noche puede ser tan exquisita como toda una existencia, lo mejor es demostrarse que uno es capaz de vivir, querer sin ataduras, sin incidir en la necesidad de la existencia de nexos inseparables… simplemente vivir, disfrutar, darlo todo sin esperar nada a cambio.
Mitchel Ríos