Opinión

Una visita fugaz

El bus partió a primera hora de la mañana. Lo cogí justo a tiempo, a pesar de que las indicaciones no fueron precisas, pues terminé en una zona que estaba a más de un kilómetro del punto de encuentro, en dónde no había parada alguna de autobús. Por suerte, después de hablar con el encargado del viaje, recibí las indicaciones certeras.
Solucionado este impase e instalado en mi asiento, ahora sólo quedaba a esperar a que partiera el bus y enrumbara a conocer aquel lugar del que había oído hablar muchas veces, pero que, por cuestión de horarios laborales, se me había dificultado visitar.
Intenté ir durmiendo, pero no fue fácil conciliar el sueño, por eso tuve que entretenerme con el paisaje que se desplegaba a través de las ventanas.
Al llegar al destino, lo primero fue buscar un buen sitio para desayunar, no fue difícil hallar uno, ya que cerca de la estación de buses había un local chulo en el que vendían bollería artesanal.
Tras haber recobrado energías, decidí recorrer el casco histórico regido por mi intuición, distanciándome del grupo con el que viajé, ya que realizaría una visita guiada.
Lo primero que llamó mi atención fueron sus vistas, me resultaron agradables. Sus vías estaban bien señalizadas. Por eso fue sencillo llegar a su catedral, una imponente construcción que se alzaba ante mis ojos y destacaba por su estilo antiguo, incluso tenía unas inscripciones que subrayaban el sentido de su historia.
Tras ver este vestigio cultural, muestra de la mano transformadora del hombre, seguí recorriendo sus calles.
Las construcciones que, en conjunto, daban un toque especial a su centro histórico, ofrecían una armonía reseñable.
Cuando estaba cerca de la su Plaza Mayor me topé con mis compañeros de viaje, por ese motivo pude ser parte de la foto grupal, como no estuve en todo su recorrido, me ubiqué en la parte de atrás, guardando perfil bajo.
Tras la foto seguí conociendo algunos de sus sitios, tomando en cuenta que el tiempo era limitado, pues el bus partiría de regreso sobre las siete de la tarde, no tenía muchas opciones, tendría que enfocarme en un número limitado de lugares. Y así fue, me centré en una construcción con muchas conchas en la fachada y también en los claustros de su famosa universidad, con ello di por cumplido ese primer, aunque escueto, vistazo.
Como en una sola visita fue imposible conocer sus entresijos, ya he planificado volver, esperando encontrar las bondades de las que suelen hablar y, en esta oportunidad, no he podido disfrutar. No obstante, esto me reconforta, si hubiera sido fácil conocer todo lo que ofrece esta ciudad en poco tiempo, no hubiera dicho nada bueno sobre ella, más bien, estaría hablando ahora de lo insustancial de mi viaje.
No sé cuándo será la próxima, no tengo una fecha marcada, pero, sí sé que estaré abierto a empaparme de una experiencia inolvidable y así participar de un momento especial que solo ofrecen aquellos lugares con una magia particular.

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