Opinión

Un premio más

Leyendo, como otras veces, el apartado cultural de un periódico de tirada nacional, me centré en la noticia sobre uno de los premios literarios más connotados. Pues bien, en su desarrollo comentaba que fue entregado a una novela escrita de manera tosca, con un estilo poco cuidado (cuasi pueril), con falencias de forma y técnica, escribiendo mucho y diciendo poco, digno de alguien que no ha escrito textos de calidad.
Algunas editoriales juegan en contra de sus propios intereses al premiar obras solo por el hecho de haberlas publicado, ya que con ello echan por tierra la objetividad de quienes son los encargados de elegir al ganador, de este modo conseguirán que el público no confíe en la calidad de este, pues verán que solo son galardonadas aquellas que llevan su sello de empresa.
Esto nos lleva a elucubrar sobre la entrega de esta clase de premios. Pareciera que se da en círculos cerrados, a los que se accede si se es afín a quienes otorgan el galardón o, en su defecto, si se tiene relación con ellos. De este modo los miembros se van turnando y el premio pasa de uno a otro hasta que todos los integrantes pueden jactarse de haber obtenido tal logro, llegando a considerarse intelectuales de alto vuelo.
De esta forma el problema no termina aquí, ya que la editorial sabiendo que no es un producto en condiciones, lo saca a la venta, haciendo un despliegue publicitario de tal calibre que hacen dudar si el libro ofrecido es bueno o malo. Ahora, es cierto que nadie obliga a la gente a comprar su producto, pero por medio de sus dispositivos consiguen dar publicidad a lo que nos quieren vender como escrito reseñable.
En tal sentido, se enfocan en destacar el talento del escritor, otorgándole visibilidad a fuerza de campañas de marketing, incluso cuando en ellas incluyan dudosos epítetos que más suenan a mentiras, no obstante, este no tiene la culpa que la empresa para la que trabaja se encargue de elevar su ego a niveles insospechados.
Asimismo, aquellos que compran un libro por los premios recibidos, cometen un error, estos no avalan la calidad literaria de una novela, porque en una época en la que todo se puede comprar (y falsear), quizá se ciñan a prebendas, se paguen favores, en el mundo de la especulación todo cabe.
Seguí con la lectura de aquel artículo y llegué a la conclusión de que este tipo de actitudes solo consiguen que se dude de la labor cultural de determinadas editoriales, se colocan en el ojo del huracán al poner a personajes de dudosa reputación como escritores virtuosos, que tal vez lo son, pero por los resultados no lo demuestran.
Ganar un premio es relativo, ¿quién lo merece o no?, no sabría responderlo, solo podría conjeturar y decir que a determinados entornos no se llega por merecimientos, sino por las relaciones que se puedan tener o las recomendaciones que se puedan demostrar.
Al llegar al final del texto me quedó un mal sabor de boca, si fuera escritor me sentiría desmotivado al saber que es necesario afiliarse a determinados idearios para poder destacar, no se puede escoger libremente el camino a seguir.

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