Opinión

Desinformación

Algunos confunden (según su conveniencia) libertad de expresión con libertad para mentir e inventarse noticias. A pesar de que saben perfectamente las diferencias, las dejan de lado en aras de satisfacer las demandas de quienes financian su labor, ya que detrás de cada campaña de desinformación se mueven intereses económicos y grupos de poder interesados en sacar réditos de tales acciones.
Asimismo, intentan convencer a la opinión pública de que su posición es correcta, recurren al victimismo como único argumento para lograr su cometido, acusando de estar en contra de la libertad de expresión a todo aquel que ponga en duda su información.
No obstante, olvidan que se autodenominan periodistas y como tales, deberían seguir unas premisas en los que se fundamenta su actividad, tendrían que ser serios a la hora de publicar noticias, no solo situarse del lado que más sombra dé, porque sí, porque les conviene.
Aunque lo nieguen, conocen perfectamente los mecanismos para manipular a la ciudadanía, escriben pomposos titulares que se graban en la memoria de quienes de soslayo los leen, saben que no se detendrán a averiguar si lo que aparece escrito es verdad o mentira, ya sea por falta de tiempo o, simplemente, por desinterés en el tema.
Esta acción juega a su favor, pues el ciudadano de a pie vive sumido en otras preocupaciones, en llegar a fin de mes con algo de dinero, en mantenerse en su puesto de trabajo, pues en el sistema actual no se dan las condiciones para disfrutar de seguridad laboral, por eso no tiene el tiempo necesario para dedicarlo a desentrañar un tema que, desde su perspectiva, no le afecta.
El sistema nos quiere desinformados, cuanto menos sepamos, mejor, nos quiere tontos, quiere que no nos formulemos preguntas, que nuestro pensamiento crítico se atrofie, quiere que nos resignemos a vivir en un mundo corrupto y que, el solo hecho, de pensar que no es lo normal, sirva para que nos considere ilusos, unos idealistas que se embarcan en una empresa infructuosa.
Contrariamente a los deseos de estos desinformadores mercenarios, debemos de estar pendientes de sus movimientos, pues se ocultan bajo la fachada de ser comunicadores serios, cuando no se los puede considerar así, ya que se desenvuelven en unos márgenes que lindan con lo delictivo. A estos se los debería señalar y pedirles explicaciones por su comportamiento, para que sean expuestos ante la opinión pública y dejen de lado el ir de mártires y escudarse en una profesión tan noble como la de periodismo.
Asimismo, es curiosa la situación en la que vivimos, en la actualidad, tenemos acceso a más información que nuestros antepasados, pero nos empapamos de aquella que nos desinforma y no aporta nada, por eso lo que abunda en el mundo actual son los ignorantes que creen saber de todo.
Somos lo que comemos (dicen en el argot culinario), en esta línea, también forma parte de nosotros la información que consumimos, si nos alimentamos de información basura, nada bueno se puede decir de nosotros.

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