Reseña

Fiestas por venir

Últimamente estas fechas no me dicen nada, paso por ellas porque no hay otro remedio, además te las meten por todas partes, desde un anuncio en la televisión, hasta un cartel en la estación de metro. Todo el mercantilismo que envuelve a estas fiestas me hace pensar que se enfoca a empujarnos a gastar, a esquilmarnos como buenos corderos.
Hace poco comentaba, durante los primeros días del mes pasado, al pasar por una avenida muy concurrida, que la temperatura no era propia de esta estación. Parecía que el otoño no iba a llegar, en tono de broma comenté que tendrían que cambiar el calendario, ya que, si todo se adapta, este no podía ser menos.
Pero hoy, el cambio se está apreciando, la gente va ataviada con más ropa, el calor ha dejado su lugar al frío.
También hablaba sobre lo camaleónico que puede ser nuestro ayuntamiento, en estas fechas nos quiere vender la idea de que todos somos iguales. Para las celebraciones de diciembre no pone reparos a la hora de orlar la ciudad, dedicándose a colocar luces en las principales calles, durante el día no llaman la atención, pero en las noches, al encenderse, llenan de colorido los distintos espacios. Sin embargo, esa disposición vela por su ausencia ante las celebraciones con las que no comulga el partido gobernante, en su lugar las boicotea o las hace pasar desapercibidas, las suprime del calendario festivo.
Con tanta parafernalia es fácil atraer al público como moscas.
De algún modo la masa es predecible, parece que todos eligen los mismos lugares para pasar el rato, de tal modo que a determinadas horas se hace imposible caminar a gusto, ya que todos quieren llevarse recuerdos y nada mejor que una foto. Para este fin no dudan en hacer turnos para tener una captura ideal, en especial al lado del árbol de la plaza principal en donde posan emulando a algún famosillo de los que pululan por las redes sociales o aparecen en la televisión.
Pero eso no queda ahí, he sido testigo de las colas que hacen para tomar un simple café, con esto creen que viven la experiencia descrita en las distintas páginas especializadas que hablan de la ciudad, que recomiendan (no sé si financiadas) ir a determinados locales. Lo más disparatado es ver a los foráneos expectantes por ser testigos de la gentrificación de algunos barrios y de observar a quienes intentan ganarse un dinerillo extra comprando la lotería.
Nada de esto me emociona como antes, tal vez se deba a que estoy en una etapa distinta de mi vida o a que ha perdido significación. Quizás el rostro de la ciudad cambia en esta temporada, pero, en esencia, el comportamiento del ayuntamiento es el mismo, no vela por el bienestar de sus habitantes que lo sufren en el día a día.
No obstante, sé que hay personas contentas por la proximidad de las fiestas navideñas, les hace ilusión, pues se ven arropadas por la gente que siente lo mismo.