Ocio

Día de apalancamiento

El clima está siendo extremo estos días; se pasa muy mal a causa del frío. En ocasiones, por más capas de ropa que te pongas, la sensación helada se mantiene y es imposible conservar el calor. En circunstancias así, solo queda tirar del calefactor. Me suele suceder que, no bien enciendo este ruidoso trasto, me causa jaquecas, tal vez, a otras personas les suceda lo mismo, pero me parece contraproducente estar a gusto con el calor y pasarlo mal por esta aflicción.
Hoy esperaba tener un día de apalancamiento, desconectar de todo, aprovechar las pocas ganas de salir y quedarme en casa. Quería encontrar una distracción que me abstrajera del entorno, haciéndome, si era posible, olvidar la sensación térmica. Pasar el día en casa no es del todo malo, en ciertas ocasiones, se puede disfrutar de ratos amenos.
Cogí un libro, le di vueltas, leí unas pocas páginas y no logró engancharme, en ese momento dejé de hacerlo, últimamente, cuando me sucede esto con un texto paso a otro, prefiero no perder mi tiempo, la época de dar segundas oportunidades a una obra que no consigue captar mi atención desde el inicio, ha quedado en el pasado. No me desgasto innecesariamente, esto también lo estoy aplicando a otros aspectos de mi vida. Este ejemplar, como muchos otros, pasará a formar parte de la lista de prescindibles, no soy de acumular libros que, según mi criterio, no valen la pena. Por suerte existen librerías en donde se intercambian estos tomos sin interés. Me enteré de su existencia gracias a Internet, fue por casualidad. Llevas un libro que no es de tu agrado y puedes cambiarlo por uno que te atraiga más, sin embargo, no está abierto los fines de semana.
Al no encontrar distracción en la lectura, decidí encender la televisión, no bien lo hice, caí en un canal de fútbol, estaba jugando el equipo del que soy seguidor; sin embargo, cambié pronto de emisora, al parecer los jugadores no estaban por la labor de hacer un buen lance e iban perdiendo, por eso pasé a otra cadena, me enfadaría mucho ver a unos tipos que ganaban millones, jugar como amateurs y no hacer todo lo posible por obtener un buen resultado.
Luego me detuve en un programa sobre coches, pero los capítulos eran repetidos. Seguí en ese trance, apretando los botones del mando, pasando de unos canales a otros, en algunos me detenía pocos minutos, a otros los pillaba casi terminando, no sé cuánto tiempo estuve en esa tesitura, pero no volví a pararme en ninguna más.
Era consciente del bucle en el que había entrado, cualquier cosa que emitieran no sería de mi agrado, estaría invirtiendo tiempo en una acción insustancial. Lamentablemente no dejé de sentir frío, la búsqueda de una distracción fue infructuosa. Al parecer hoy me quedaré con las ganas, no siempre uno va a encontrar elementos agradables, perdí el tiempo en una actividad improductiva, lo bueno fue darme cuenta. A estas alturas me eché a descansar. Apagué la televisión y me apagué yo.

Mitchel Ríos