Reseña
Una disertación
En el teatro de la… se presentaba uno de los personajes más conocidos del país.
Las entradas las había reservado con tiempo —no soy previsor, pero se me dio por ahí aquella vez—, ya que el evento tenía mucha demanda. A pesar de mi poca confianza, tuve suerte, me hice con una.
Durante los días previos no tenía otra cosa en mente —se convirtió en una obsesión—, quería asistir como fuese, además de que admiraba a este personaje, también me interesaban sus apreciaciones sesudas, sus juicios con respecto a lo que viene sucediendo en el ambiente político son certeros y punzantes (denota su experiencia en esas lides), explicando las causas de lo que estamos viviendo ahora y en lo que puede desencadenar si seguimos en el mismo sendero. Su posicionamiento concuerda con el mío, es fiel a sus ideas, no es un necio, pues cuando se equivoca suele reconocerlo.
Aquel día —el del espectáculo—, libré pronto, no estuve disponible para horas extras —iría sí o sí—.
Al llegar al piso, me alisté y enrumbé hacia la función.
Cogí la línea azul de metro. Según las indicaciones de la entrada, tendría que bajarme en la quinta estación, eso eran más o menos unos veinticinco minutos, estaba en hora.
Al llegar al teatro me dieron un programa, en él indicaban el orden de los temas que tocarían, así como las futuras presentaciones. Un acomodador me llevó a mi asiento y me dijo cuál era la fila, había mucha gente.
De repente, todo se silenció, se apagaron las luces e hizo su aparición la luminaria, comenzó leyendo un fragmento de una obra reconocida, el énfasis que ponía a su vocalización resaltaba en su buena colocación de voz, todos los asistentes escuchábamos con atención, cuando concluyó, todos aplaudimos.
Tomó asiento al lado del moderador de la charla, asimismo había una actriz que, junto al actor, darían las pautas sobre su actividad y los distintos hechos que los marcaron.
Durante su disertación —o más bien dicho, conversatorio—, se dedicó a exponer cada una de sus etapas, desde sus comienzos en el teatro, con obras clásicas —del siglo de oro—, hasta su paso al cine. Contó que, durante sus primeros años, fue difícil, lo pasaba mal, pues tenía una familia que mantener, por eso tiene en buena consideración cada una de sus interpretaciones, aunque, según los críticos, algunos papeles que no estuvieron a la altura de su talento.
Después −añadió− que llegó a la etapa en la que le era posible elegir y discriminar entre lo que le apetecía o no.
Luego habló la actriz, explicó que se dedicaba a la actuación porque desde niña le gustaba jugar a ser otra, comentaba que la naturaleza humana usa distintas máscaras, soltó argumentos en esta línea, por eso encarnaba distintos personajes.
La charla continuó, siguieron soltando distintas afirmaciones, también recomendaron la lectura de unos cuantos libros, hablaron del cine francés, del cine italiano y del español, destacando sus diferencias, así como los múltiples métodos de actuación.
El evento duró aproximadamente dos horas, sin embargo, a todos los que estábamos ahí se nos hizo corto, nos hubiera gustado oír más cosas del actor famoso, ya que todo lo que decía tenía chicha, sin embargo, debíamos conformarnos con lo escuchado hasta ese momento.
Al salir pensaba en todo lo que había dicho, como indiqué al inicio, me resultaba sustancial, no dejé de darle vueltas a cada uno de sus interesantes argumentos, me pregunté si habría escrito un libro o si se presentaría nuevamente, no obstante, estaría pendiente para volverlo a ver, aunque fuese a la distancia, desde el asiento que pudiera adquirir.