Reseña
Una presentación de lujo
Durante una de las visitas al centro de exposiciones Caixa Fórum pude asistir a una muestra titulada «Lujo. De los asirios a Alejandro Magno». Desde que supe que tendría lugar, unos días antes, tenía ganas de ir, lamentablemente, por distintas situaciones, no pude hacerlo. Me interesaba el mundo Asirio por los aportes que realizaron en su época y la manera en la que transformaron su entorno, además tendría la oportunidad de estar delante de sus vestigios arqueológicos; el conocimiento que tenía de esa cultura era por los libros de historia, nunca tuve la oportunidad de estar delante de las obras que nos legaron, como muchos, solo las pude conocer por las fotografías que adornan los textos.
Al entrar, en la primera sala, me topé con unas imágenes proyectadas en una de las paredes que se encargaban de darnos pautas sobre el proceso histórico de esa civilización: la forma en la que surgió, se expandió, llegó a consolidarse y posteriormente, cómo ha sucedido con sociedades antiguas, inició su declive, estuvo inmersa en guerras y su territorio fue conquistado.
Más adelante, en las siguientes salas, había una serie de vidrieras que resguardaban: vasijas, bustos, joyas, vajillas y ornamentos en general. Es sorprendente el nivel artístico al que llegaron sus artesanos, viendo las reliquias era sencillo hacerse una idea de su esplendor cuando adornaban los palacios de sus principales ciudades —quedé rendido y sin palabras ante ellas—. A pesar de su antigüedad, el detalle puesto en esas obras mostraba la destreza de quienes las elaboraron. En diversas pantallas se veían a especialistas explicando cada una de las particularidades de las técnicas utilizadas en su fabricación.
Los objetos más impactantes, desde mi punto de vista, fueron: un pez de oro, un huevo de avestruz tallado y una concha de almeja gigante, para notar la prolijidad en su realización era necesario verlas varias veces, con un golpe de vista no bastaba, al analizarlas detenidamente se podía apreciar la filigrana.
Lo mejor de esta exhibición estaba en contemplar los detalles, porque, si se pasaba sin hacerlo, se podía recorrer en pocos minutos. Durante el recorrido escuché a un tipo decir: Si uno se detiene a leer toda la información que hay sobre cada pieza no se sale del lugar en, por lo menos, seis horas. Su afirmación era cierta.
Antes de salir del lugar me detuve delante de un ordenador a rellenar una pequeña encuesta, las preguntas eran sencillas, bastaba un sí o un no; también pidieron mi valoración de los distintos apartados, tal vez la peor calificación se la llevó alguna de las infografías, por lo demás, salí satisfecho, consciente de la necesidad de volver otro día. Una de las preguntas quedó rondando en mi cabeza: ¿Recomendaría a un conocido la muestra?, no dudé en la respuesta, fue un sí rotundo, pues me gustaría que muchas personas que conozco pudieran asistir a este tipo de actividades, se sentirían complacidas, podrían disfrutar de las ventajas y bondades de vivir en una ciudad que lo es todo.
Mitchel Ríos