Creatividad
El Puro
Se llamaba Amargo y era un tipo como cualquiera – delgado, de hombros enjutos, no era alto, ni tonto, ni listo-. Era un resignado como tantos resignados del mundo.
Un gran lector – no por la cantidad de libros que leía sino por la calidad de sus lecturas-, para mejorar su comprensión lectora se juntó con sus iguales y fundó un focus group – la mejor forma para aprender es juntarse con gente lista -.
Se consideraba poseedor de un don que le haría llegar lejos – ser un contestatario, un revolucionario de escritorio era la mejor forma de hacerse oír-, por eso estudió la carrera de sus sueños. Teorizando sobre temas exóticos se hizo un folclorista más – criticar un sistema y vivir de él-, era la mejor forma de tener un futuro asegurado. Se volvió un referente en la pequeña ciudad y viajaba por las universidades con un par de libros bajo el brazo – todos firmados con su nombre-, la mejor carta de presentación. Era invitado a congresos y no tenía descanso, era un pez grande en una pecera pequeña, era todo en un lugar que era nada.
Sin embargo, no era feliz, hacía honor a su nombre. Era puro, frente a las adversidades seguía siendo un cojudo.
Mitchel Ríos